lunes, 22 de octubre de 2018

¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA?

La semana pasada la noticia de la futura obligatoriedad de la asignatura de filosofía abrió un debate, cuanto menos, interesante.
Las voces críticas pensaban que la filosofía es una “ciencia” inútil. Imagino que al no estar conectada directamente con la productividad, hay quien no la considerará una ciencia. La pregunta más escuchada es, aún hoy:
¿Para qué sirve la filosofía?
No sé si tiene que servir para algo. En mi vida cuotidiana nunca he utilizado el mínimo común múltiplo ni el máximo común divisor. Lo juro. Sin embargo en contra de algunas corrientes yo opino que el saber, no ocupa lugar. Así que aunque no lo haya utilizado me alegro de saberlo.
Yo estudié filosofía, obligada por ley. El primer año, tuve un mal profesor, el siguiente tuve un profesor peor. Mis profesores no me enseñaban más que datos, me hacían leer el tema y yo me lo aprendía, porque naturalmente tenía que aprobar. Dibujé bigotes a Emmanuel Kant y pinté más pelo y pendientes a Shoppenhauer. Me dormía en clase.  
La filosofía no fue un amor a primera vista. Sin embargo, en mi vida cuotidiana, yo leía, y como solía leer de todo llegó un momento en que empecé con algún filósofo. No sé absolutamente nada de filosofía y ésta me ha dejado más dudas que certezas. Y cuando algo te enseña a dudar, creo que te pone en el buen camino.
Los primeros filósofos griegos, la bautizaron como ética. Estudiaban la educación del ser humano e intentaban mejorar personalmente. Nieztche dijo que Dios estaba muerto, pero creo que los amantes de la filosofia se convierten un poco en dioses, ellos mismos estudian sus límites de lo correcto y lo incorrecto. He leído que la filosofía se considera la “medicina del alma”. Pensar nos hace fuertes y nos da armas para enfrentarnos a la vida, a lo bueno y a lo malo. Pensar hace que nos preguntemos cosas, que nos planteemos si somos deterministas absolutos o creemos en el libre albedrío. Pensar nos saca de la cueva y hace que no temamos a las sombras. Nos quiere hacer debatir sobre si las cosas ilegales son también inmorales o si algo ilegal puede llegar a ser moral. Nos aleja de ser robots prácticos sometidos a la utilidad. Nos une al mundo que nos rodea, como dijo Ortega y Gasset “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Este es el filósofo que nos quiere sacar de nuestra “experiencia individual” y decirnos que el centro de toda investigación filosófica debería ser la vida. Ockham nos dice que la explicación más sencilla es generalmente la verdadera. Hobbes les advertirá que el hombre es un lobo para el hombre.
Naturalmente estoy a favor de que la filosofía se enseñe en los institutos.  Estoy con Pitágoras “Educad al niño y no será necesario castigar al hombre”.
Pero educad. Enseñad a pensar. No les dejéis creer que los filósofos eran señores con peluca empolvada o peinados raros que escribían palabras difíciles que no entienden. No llenéis sólo sus cabezas de datos como fechas y frases en negrita que memorizarán como loros y vomitarán en la evaluación final. Enseñad que la filosofía se aprende leyendo, pero se practica desde que despiertas hasta que vuelves a la cama. Y sobre todo enseñadlos a dialogar para que puedan llevarse bien con opiniones contrarias.
Enseñar filosofía es un seguro de que el día de mañana nadie podrá manipular a tus hijos.
Que no llenaran la ignorancia con dioses falsos. Y que puede que el saber los haga un poco más infelices, pero paradójicamente esa infelicidad los hará mejores.
La filosofía es amor por el saber, etimologicamente hablando.   
Pero yo me acerco más  a lo que dijo Bertrand Russell “La filosofía consiste en empezar con algo tan simple que parezca irrelevante y terminar con algo tan paradójico que nadie pueda creerlo”.
Os dejo por hoy. Pensad  y sabréis que existís. Y naturalmente sed felices. 




jueves, 18 de octubre de 2018

MY SITGES 2018



Hace ya unos días que terminó el festival de cine fantástico de Sitges. Y como pese a mis plegarias aún no me ha tocado la lotería, sólo pude ir los dos fines de semana. No me quejo. Lo pasé espectacular. No, no tengo foto con Nicolas Cage, vi a Ronald Perlman de lejos y en escorzo pero os voy a hablar de las películas que al fin y al cabo es lo que importa.
El orden será cronológicamente como las vi.
1. “Mandy”. Panos Cosmatos dirige a Cage en una especie de “road movie” de venganza. Está ambientada en los años 80. La fotografía me encantó. La música es del desaparecido Johan Johansson. Y la historia tiene su qué. Pareja feliz viviendo en medio de la nada que se topa con una secta rara del copón. Cage cambia poco de cara y tiene poco diálogo, aún así, lo borda. Tengo la teoría de que las películas de Nicolas Cage forman un género en sí mismo. ¿De qué va la peli? No sé, sale el Cage. En esta hay sangre, un litro de vodka y drogas varias. Por cierto la única que vi con premio, el señor Cosmatos se llevó a casa el galardón al mejor director.
2. “Summer of 84”. Todo muy “Aquellos maravillosos años” pero sin ser tan maravillosos. Preadolescentes en bici que viven en una especie de “Wisteria Lane” y que persiguen a un asesino en serie, porque ya se sabe que los veranos en USA son así, o te enamoras o buscas tesoros o persigues asesinos. Yo pasé los 80 viendo el coche fantástico, que desperdicio.
3. “El Angel” película argentina y basada en hechos reales. Que yo si sólo se eso no voy, pero por suerte no la elegí yo. Ambientada en 1971, donde un adolescente ladrón con cara de querubín consigue lo que quiere con una mezcla de morro y falta de empatía. Roba, mata y tiene una falta absoluta de moral. ¿Tiene algo bueno? Sí, se siente libre de disfrutar el momento y a veces baila. Al ser la peli argentina y ver el director que no salía Ricardo Darín, llamaron a su hijo Chino Darín. Que lo hace muy bien y canta “Corazón Contento”, canción de Palito Ortega que es el padre del director de la peli. Todo queda en casa. Vedla, vedla aunque sea argentina, aunque esté basada en hechos reales y vedla sólo para que se os pegue la canción que yo llevo una semana tarareando.
4. “Una velada con Beverly Luff Linn”. (Tan sólo durante una noche màgica). Lulú con cara de Aubrey Plaza, tiene un matrimonio absolutamente insatisfactorio y huye a ver a Berverly Luff Linn. No sé exactamente en qué época está ambientada. Podrian ser también los 70 o 80. O no. No tengo ni idea de que decir, excepto que me reí tanto que lloré y todo. Todo es raro en esta película y sin embargo todo encaja perfectamente. Hay música. Y la canción “Words don’t come easy” se me pegó tanto como el corazón contento. La sigo cantando sin darme cuenta. Id con la mente abierta y reíd sin parar. Si al terminar no os habéis reído, es que estáis muertos o estáis amargados.
5. “Dream Demon”. Y última. Rodada y estrenada en los 80. Una chica prometida con el que parece el muñeco Ken, se va a vivir a una casa donde cada vez que se duerme sueña cosas raras en plan sótano, pesadilla de persecución, diablo maleducado, muertos y humedad. Dirigida por el señor Harley Cokeliss que vino a presentarla muy orgulloso de haberla restaurado después de llevar muchos años perdida. A ver. Tiene su qué. Chica inglesa recatada conoce a una chica americana suelta y pizpireta y se hacen amigas. Periodistas muy maleducados, novio que está y no está. Y fantasmas. Hombreras y peinados de los 80. Esto es lo que más miedo me dió.

¿Qué conclusión sacamos de mi visita a Sitges 2018? Que vuelven los años 80. O sea que los que fuimos niños en esa época ahora somos un “target” atractivo para los señores que hacen cine.
También que hay mucho director que mete momentos musicales en sus pelis. La teoría amenizada con gintónics y vodka es que la gente en el fondo quiere hacer musicales pero no se atreve.
De lo aprendido en el festival,también os daré un par de consejillos. Tenéis una sesión de cine (la sesión despertador) a las 9 de la mañana en el Meliá y tenéis que hacer un ratillo de cola. Y a no ser que durmáis en el hotel os pilla lejos...pillad un taxi. Id a ver las exposiciones o a ver la zombiewalk, todo lo que hacen forma parte de la “Sitges experience”.
¿Alguna crítica? Pues sí, los señores del festival tendrían que cuadrar un poco los horarios. La gente que sale de una peli y después va a otra a veces lo tiene chungo. Y que la zombiewalk vuelva a pasar por “el carrer del pecat”, que daba mucho ambiente.
Dudaba que canción poneros, me inclino por “Corazón contento” con Palito Ortega y Marisol. Cantad y sed felices.




jueves, 4 de octubre de 2018

"ROAD MOVIE" POR FRANCIA


Una de las cosas que más me gustan de preparar un viaje es ese estado de anticipación al placer. Los árabes antiguos decían que el deseo era mucho más placentero que la consumación del mismo. Pues este año sin más preparación que un google maps, me fui de viaje. Teníamos la idea de ir a Francia y allí a ver donde nos llevaba el azar. Nos llevó a Niza. Es una ciudad que cuando la nombras te vienen a la mente imágenes de películas de los años 50 o 60. Grandes coches, Cary Grant y Grace Kelly tomando un cóctel en el Negresco, mar azul y luz, mucha luz. Os adelanto ya, que no me alojé en el Negresco, ni tomé ningún cóctel con Cary Grant. Pero superado el trauma de entrar en Niza conduciendo un domingo por la tarde, sí que me recibió la luz. Y jugando con el mediterráneo me regaló un placentero atardecer con el mar teñido de plateado, que debería ser obligatorio en cada atardecer que se precie.
Lo primero que os voy a contar es que Niza tiene, por historia y proximidad, mucha influencia italiana. Y eso lo notas cuando vas a comer y sólo encuentras pizzerías. Las cocinas “non-stop” hasta la noche y los precios te recuerdan, por si lo has olvidado, cosa difícil, que estas en territorio turista. Un consejo. En los restaurantes no pidas agua embotellada. Te van a traer una jarra helada de agua del grifo gratis, como debe ser. Y si no tienes mucho dinero, apúntate al “pinchet de vin” que es el vino de la casa y suele ser bastante correcto a la par que económico. Cosillas que hay que visitar. No fui al museo Chagall. Lo cambié por Matisse que me gusta bastante más. Y lo disfruté mucho. Como seguro que no tendréis el hotel al lado, coged un bus. Los billetes los podéis comprar al conductor. En mi caminata cuesta arriba descubrí que: debo volver al gimnasio y que los ricos no toman café. El Boulevard de Cimiez es una subidita bastante larga plagada de mansiones que no salen a tomar el cortadito de media mañana o si acaso lo toman en su jardín de muchos, muchos metros cuadrados. El museo Matisse es muy recomendable y está pegadito a l’Arene de Cimiez unas ruinas romanas muy majas.
Mi museo favorito sin embargo, fue el de Arte moderno. Cerquita de la Plaza Garibaldi. Donde descubrí y me enamoré de Yves Klein y su obsesión por el azul. Hay más cosillas que valen la pena. Subid a la terraza que os regala una vista panorámica de Niza preciosa. En Niza hay que terracear, las distancias son bastante grandes, no sabes porqué pero al llegar la noche te duelen los pies y es que a lo tonto has andado más de 10 km.
Hay una línea de tranvía que es muy útil y circula hasta bastante tarde. La parte más encantadora de Niza, no da al mar. En las callejuelas peatonales llenas de pequeñas tiendas te pierdes y te vuelves a encontrar. Y si tienes suerte te encuentras a ti mismo mientras te estás buscando. Epiceries, perfumerías, hierbas de la Provenza, jabones e incluso carnicerías se alternan con turistas y mesillas en la calle donde descansar y tomar café.
Si sigues estas calles puede que encuentres el mercado. O mejor dicho la zona donde se instala un mercado diario, yo vi el de antigüedades y artesanía. Donde pregunté el precio de un cuadro y disimulé mi desmayo al oír que valía 1800 euritos de nada. Muchos días hay un mercado de flores, imagino que mucho más económico.
Hacemos un interruptus de Niza y subimos a un tren para ir a Cannes. Si no vais a Cannes en crucero o para el festival de cine os lo podéis saltar tan ricamente. Quizá por eso mucha gente coge el tren y se van a Mónaco. Que la verdad es que no me llamaba demasiado.
Salimos de Niza y vamos camino de Nîmes. Que al llegar parecía un pueblo feo. No es verdad. Está lleno de rincones encantadores. Eso sí, el horario es mucho más europeo y hay que estar alerta. Recomiendo que si vais a comer os fijéis en el “Plat du jour”. Es una buena ocasión para probar la cocina francesa y despedirte de la pizza.
Nîmes también tiene influencia de la cultura romana. Su “Aréne” un teatro muy bien conservado sigue funcionando y allí se hacen conciertos y… corridas de toros. Y te explican orgullosos, que gracias a esta milenaria tradición es una de las únicas (o la única) plaza donde se puede matar al toro. Olé. La ciudad entera está llena de referencias al arte taurino y te sonríen con cierta complicidad si oyen que eres del país vecino. No me sentí muy cómoda con eso. Nîmes es romana, porque ellos fueron quienes ayudaron al César a conquistar a los Galos. Todo muy bien explicado en la película que te ponen en ªLa maison Carrée” que por fuera parece el Partenón. Y allí recordé que yo soy muy fan de Astérix y odié un poco a los ancestros de Nîmes.
Me salto cosillas de mi viaje. Pero no me voy sin deciros que la playa de Niza tiene piedras y es incómoda del copón. No me extraña que los guiris disfruten en la costa dorada. También mi agradecimiento especial a “Google Maps”, sin las indicaciones de la señora borracha de mi teléfono igual no nos hubiéramos perdido tanto, pero seguramente no hubiéramos vivido momentos que recuerdas y te ríes como ver Yaks del Tibet cerca de Roignac y que un hidroavión juegue a recrear “Con la muerte en los talones” con tu coche.

Nada más por hoy. Viajad que abre la mente. Hablad un idioma que no dominéis y os sentiréis mucho mejor. Probad el plato del día. Tratad de enviar una postal desde Francia y conseguidlo en la Costa Brava. Oled las hierbas de la Provenza. Disfrutad de la luz. Pero sobre todo, sed felices.  




EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...