lunes, 19 de noviembre de 2018

DE LUNES Y FANTASMAS


Hoy he soñado que viajaba por Escocia. En mi sueño, al ver las Highlands moteadas por una niebla semitransparente, al respirar el aire frío y sentir la grandeza del silencio en la montaña, he tenido la sensación de haber pertenecido a ese lugar hace mucho, mucho tiempo. Tanto que ni siquiera había nacido aún.
Nunca he visitado Escocia. La imagino como una tierra poblada y dominada por los fantasmas. Fantasmas aburridos que miran tras las ventanas el ir y venir de los vivos. Fantasmas que toman su té sentados en las escaleras de lo que había sido su casa pero hoy es un hipermercado.
Es curioso que aunque nunca he creído conscientemente en los fantasmas, jamás he dudado de su existencia. Sé que a ellos no les importa si creemos o no en ellos, no son como las hadas de Peter Pan, no se nutren de esa fe ciega que los alimenta y les da poder como a los antiguos dioses. Existen porque han existido antes en otro plano, y nunca nada desaparece del todo, tan sólo se transforma.
Un viaje a Escocia se me antoja frío e íntimo. Como deben ser los viajes en invierno, aunque reconozco que me llama más un viaje hacia la luz mediterránea, hacia la costa amalfitana, hacia Atenas o las islas griegas.
Sin embargo he empezado la semana con fantasmas y montañas escocesas. Y eso seguramente quiere decir algo. A lo mejor es que invierno es tiempo de encontrarse con lo invisible. En verano hay demasiado ruido, demasiada alegría y el calor no te ayuda a recogerte en casa. Los fantasmas deben amar el invierno porque se sienten más cercanos a nosotros.  Nos ven desprotegidos e indefensos ante el frío y nos observan mientras estamos bajo la manta del sofá sorbiendo chocolate caliente. Y sienten que somos prisioneros como ellos. Por eso a veces sientes un escalofrío que te llega sin más. Es un fantasma, puede que sea uno de los tuyos o uno curioso que se ha sentado a tu lado a ver Netflix contigo. Nunca he creído que el día  31 de octubre los muertos se paseen por la tierra y después vuelvan a sus frías tumbas. Siempre he creído que hay un tiempo en que siempre están con nosotros. El error de los humanos es que confundimos vida con cuerpo. Y visitamos los restos de una cáscara vacía cada 1 de noviembre para dejar flores que se marchitarán como los recuerdos. Creo que deberíamos visitar y dejar flores en los sitios preferidos de nuestros muertos. En cafeterías, en bancos de los parques, en la playa que solían frecuentar, en salas de conciertos. Porque es allí donde estarán. Donde pasaron sus mejores momentos.
Me gustan los cuentos de espíritus. Me gusta leerlos por la noche, pero después no duermo así que me limito a leerlos con luz natural. No es que los fantasmas no nos acechen durante el día. Es que nosotros no estamos preparados para verlos cuando estamos ocupados. Es cuando relajamos nuestra mente cuando podemos ver sus sutiles manifestaciones. Un susurro que crees oír, algo en la esquina de tu campo de visión que se esconde cuando lo miras directamente, una melodía que suena en el piso de tu vecino, mientras tu vecino se pregunta por qué estás escuchando música a esas horas de la noche.
No creo en los fantasmas vengadores, esos que vienen a mover muebles y a matarte de un susto. No digo que no existan, es simplemente que no creo en ellos, así que sé que no se manifestarán ante mí. Sin embargo sí creo en los fantasmas tristes, en los solitarios que buscan algo de calor o tan solo un poco de entretenimiento mientras esperan dar un paso más. Esta última frase, me pone en el grupo de personas que cree en las reencarnaciones. No estoy nada segura de esto. Pero sí hay algo de fascinante y reconfortante en la idea de volver y empezar de nuevo. Y todos, incluso los que dicen que no creen en nada, creemos en algo.
Hoy es un lunes raro que ha empezado en Escocia y no sé donde terminará. Donde sea, espero que hay buena música, buena cerveza y fantasmas felices de los que bailan entre las mesas de los bares y son los culpables de que a los camareros se les caigan los vasos o tú tropieces con la pata de una silla.
Os dejo con una canción que no tiene nada que ver con el tema, como casi siempre hago. Y me voy con mis fantasmas. Hasta la próxima, sed felices.




1 comentario:

  1. GENIAL!!!. Me ha encantado y comparto bastante esa visión, nunca mejor dicho...

    ResponderEliminar

EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...