Los balineses creen en el equilibrio. La base de la felicidad viene del equilibrio en los tres ámbitos de las relaciones. Los humanos con los humanos, los humanos con lo espiritual y los humanos con su entorno.
Si digo la palabra Bali, en mi cabeza aparece la imagen de una playa. Por ser alguien con cierta inquietud espiritual y cultural, hay que reconocer que soy bastante básica.
Hay que aclarar que la playa de mi mente no es para nada la portada de un Caribe Mix. No, es una playa sin ruido, con una luz increíble, y además está amaneciendo.
Y dejando de lado la espiritualidad, hablaré de actualidad.
El papa Benedicto XVI acaba de visitar Madrid, donde ha reunido a más “grupies” que si hubiera venido Lady Gaga.
Se supone que se estaba celebrando la JMJ, o sea, la Jornada Mundial de la Juventud. Resulta que de todos los rincones del planeta, los jóvenes y algunos no tan jóvenes han hecho el esfuerzo de venir a ver al portavoz de Dios en la tierra. (Jerárquicamente va así ¿no?)
No estoy muy al día de lo que suponía este acto. He visto imágenes del parque del retiro plagado de confesionarios, gente que hacía carteles de bienvenida, y hasta alguno gritando “esta es la juventud del Papa”. Es tanta la pasión, que ni los 39º centígrados han impedido a estos jóvenes celebrar su fe.
Pues yo me he sentido decepcionada.
Primero, porque la Iglesia, a mi entender, debería revisar el voto de pobreza y dedicarse a cuidar almas. Vender sus tesoros vaticanos y darlo a cualquier país con pobreza extrema. No debería meterse en política y habría que dejar de mirar al otro lado en cuanto se habla de pederastia.
Segundo, porque la juventud, tenga la edad que tenga, debería preocuparse por el mundo que le rodea, entender sus problemas y sobre todo sentir más empatía. Me gustaría saber en que han cambiado las vidas de los peregrinos del JMJ. ¿Cuándo vuelvan a sus casas serán mejores personas? ¿Se volverán indignados ante la crisis? ¿Serán personas más generosas, más valientes?
Y ante mis comentarios, debo aclarar que no critico estos actos, (bueno los encuentro del todo inútiles, pero allá cada uno con su tiempo), todos tenemos derecho a buscar esa conexión espiritual. Sea mirando una puesta de sol, sea viajando a Madrid a ver al Papa.
Pero también creo que todos tenemos la responsabilidad de cuidar unos de otros. Cuidar de los humanos, del planeta y del entorno. Como dicen los balineses Tri Hita Karana, y estos últimos días creo que se ha producido un ligero desequilibrio.