miércoles, 27 de marzo de 2019

LOS INNOMBRABLES Y EL MÁRKETING POLÍTICO


Hay un viejo capítulo del Doctor Who donde se utilizan los nombres como fuente de poder. “Yo te nombro Martha Jones…” se convertía en una poderosa maldición. El Doctor dice que las letras combinadas tienen tanto poder como los números de una fórmula matemática. En la saga Harry Potter, el malísimo Voldemort era conocido como el “Innombrable”, porque al nombrarlo le dabas poder. Los dioses a quien nadie reza y a quien nadie recuerda, mueren. De hambre seguramente.
Oscar Wilde dijo que era mejor que hablaran mal de ti a que no hablaran en absoluto. Uno de los castigos famosos en los internados ingleses era mandar a alguien a Coventry, con lo cual el castigado era ignorado y aislado por sus compañeros.
Supongo que no basta con existir, hay que hacer saber que existes. ¿A dónde voy con toda esta reflexión?
Al marketing político. No voy a nombrar el partido que ha salido como una seta en medio del bosque y se ha colado en los medios como uno de los más ruidosos del panorama nacional. No hace falta nombrar a quien quiere premiar con la medalla del mérito civil a quien se tome la justicia por su mano. Ni a quien quiere que invocar a viejos fantasmas que no están tan muertos como creíamos. No vamos a hablar de quien quiere que junto con la crema hidratante y el rímel de recambio en nuestro bolso haya sitio para un revólver Smith and Weesson del 38. Y no voy a decir su nombre porque sin decirlo ya sabéis todos a quien me refiero.
Y con eso demuestro que todos esos “memes” burlándose de sus líderes, pintándolos como caciques paletos de otros tiempos, esos señores ocupan más del 50% (dato totalmente inventado por mí, estoy segura que es más) de nuestro tiempo en redes sociales o en cadenas televisivas y debates.
Aquí no deberíamos estar debatiendo sobre si llevar o no armas en el bolso legalmente, aunque a muchos les recuerde románticamente a una peli de Clint Eastwood. Deberíamos estar debatiendo el sistema de pensiones, la seguridad social, los pederastas eclesiásticos que se van de rositas mientras los políticos de bien siguen yendo a misa los domingos. Deberíamos preguntarnos por qué nuestro médico de cabecera tiene tan mal humor cuando nos atiende y cuando pedimos hora nos la dan para dentro de siete meses. Deberíamos debatir sobre lo que nos han quitado a nivel material y emocional. El dinero debería devolverse. La desesperanza anclada ya dentro nuestro será más difícil de curar.
No quiero hablar de política. Pero no puedo ignorar que vienen unas elecciones importantes en las que la campaña ya está siendo sucia y rastrera antes de empezar. Son nuevos tiempos, ahora la batalla se libra en instagram y en twitter. Hoy me decía un amigo que la derecha no se fragmenta en cambio la izquierda tiende a discutir internamente y así pierde. Y tiene razón. Divide y vencerás. Pero también creo que no hay tanto rico en nuestro país para que voten a un partido que no sé como tiene los santos cojones de presentarse en público o mirarse al espejo después de lo que ha hecho.
Votar es nuestra única arma. Pero investigar y votar con conciencia debería ser nuestra obligación.
Si en el post anterior hablaba de la importancia de romper el silencio ante las injusticias, en este me reafirmo en silenciar a los bufones, a los que usan una bandera como excusa para todo tipo de injusticias.
A Trump le salió bien. Y con él parece haberse abierto la veda. Parece que cosas que antes daban vergüenza, ahora son motivo de orgullo.
En un episodio de “Hotel Fawlty” nació la frase: “No nombres la guerra…” delante de los alemanes. Porque aún estaban avergonzados por ella. Añoro esos tiempos en los que aún se sentía vergüenza y arrepentimiento por el pasado.
Y así termino mi post político. Ahora es cosa vuestra. Votad. Votad a alguien que no os tenga que avergonzar más adelante. Silenciad al payaso.
Y naturalmente, sed felices.




viernes, 8 de marzo de 2019

NO ES MUJER CONTRA HOMBRE. ES LA VOZ CONTRA EL SILENCIO


Ser mujer está lleno de trampas. Debes ser femenina que se entiende como un sinónimo de delicada, pero fuerte porque el peso de todo siempre caerá sobre ti. Debes ser inteligente para demostrar que eres válida. Y saber hacerte la tonta cuando conviene. Debes casarte y tener hijos. Pero no dejes de trabajar porque también debes sentirte realizada. ¿Eres la jefa? Seguramente a costa de dejar de lado a tu familia. O a saber ante cuántos te habrás arrodillado. Y no lo digo con segundas. Digo claramente que si eres jefa, muchos van a entender que has cambiado favores sexuales por promoción laboral. ¿No estás casada? Seguro que eres lesbiana. O fea. ¿Quién te va a querer si estás gorda? ¿O si no te maquillas? Pareces un marimacho. Eres demasiado cursi. Si no tienes hijos pronto se te pasará el arroz. ¿Usted que tiene tanto éxito, cómo compagina trabajo y hogar? ¿Seguro que quieres una moto? Es muy de chicos.
Mi novia es “guarra, lo justo”, vaya que no es tonta pero tampoco ha ido con muchos. Señora en la mesa y puta en la cama. Solterona. Zorra. Buscona.

He oído muchas de estas frases en directo. Y debo decir con pena que muchas han sido pronunciadas por mujeres. Creo que la “hermandad” femenina está bastante echada a perder porque vivimos en un mundo donde las normas siempre han sido marcadas por hombres. No es que no haya habido mujeres fuertes e inteligentes. Es que la historia no nos ha hablado de ellas. Deberíamos pedirles perdón. A Hipatia de Alejandría, a Emilie du Chatelet, a Ada Lovelace, a las hermanas Brontë, a Jane Austen, a Gerda Taro, a Dorothy Parker, a Hedy Lamar, a Tamara de Lempika… y a millones de nombres más, que hicieron carrera y lograron grandes cosas pero que siempre tenían la coletilla de “es buena…por ser que es mujer”.

Creo que no se trata de que amablemente te digan que no te contratan porque no eres la indicada para el puesto. En el fondo eres mujer y mayor y por eso no te cogen. No se trata de enfadarte cuando te sujetan la puerta. O cuando alguien te dice guapa por la calle.
Se trata de que te den la misma oportunidad que a los demás. Que no debas ser dos veces mejor para justificar tu existencia o tu valía. Se trata de que si ves a alguien con minifalda no se ha buscado ningún tipo de abuso.

Soy rubia y no se aparcar, y me encanta que me ayuden con las maletas. También soy capaz de beber cerveza como un cosaco ruso y hacer buenos pasteles. Una cosa no quita la otra. Me gusta que me piropeen por la calle, suelo contestar. Y al salir por la noche he pasado miedo volviendo. No es culpa de los hombres, es culpa del imbécil que me siguió en coche invitándome a subir. Por suerte era época de móvil y le hice una foto, le dije que si no se iba la enviaba a la policía. El tipo me creyó y se fue. Pero podía haber bajado, arrancarme el móvil y reducirme. Y yo no me habría buscado nada. Igual que podrían haber atacado a un hombre por ser gay, rubio, ir solo de noche o simplemente porque el atacante es quien tiene la culpa, no la víctima.

El día 8 de marzo y todos los días, defiendo a la mujer pero sobre todo defiendo al ser humano. No es una lucha de hombres contra mujeres. Es una lucha contra situaciones injustas. Contra el silencio. Contra la intolerancia.

Feliz día de la mujer. 8M



miércoles, 6 de marzo de 2019

"GREEN BOOK" VS. "INFILTRADO EN EL KKKLAN"



Esta mañana me han aconsejado la película “Green Book”. La verdad es que la vi el día antes de que ganara el Oscar. Y cuando salí me sentí bien. Es una película amable y nos cuenta la amistad muy improbable pero cierta, entre dos personas una blanca y la otra negra. Viggo Mortensen con un claro sobrepeso no sé si para la película o porque su mujer cocina estupendamente, interpreta a un italiano pobre, listo (o más bien listillo) y racista. El ganador del Oscar al mejor secundario Mahershala Ali, interpreta a un talentoso músico negro que vive como un blanco. Os aclaro que la historia está basada en hechos reales y está ambientada en los años 60.
Viggo se queda sin trabajo y es contratado por el músico para que sea su chófer y asistente. El italiano aparca un poco su racismo en favor de un buen sueldo y empieza a conducir hacia el sur de Estados Unidos, hacia esas zonas donde un negro no podía cagar dentro de casa sino en una barraca para gente de color, normalmente situada en el jardín. Donde los blancos se creían una raza aria y privilegiada. Y donde la esclavitud fue abolida por ley pero sustituida por la esclavitud del trabajo mal pagado, donde con suerte si eras negro te convertías en parte de la familia, eso sí después del perro.
Green Book, es la guía escrita por el cartero de color Victor Hugo Green hacia 1936, para que un negro pueda viajar cómodamente y sin encontrar rechazo por la América de otros tiempos. Desconozco si la guía existe hoy en día para hispanos, gays o negros, porque gracias a Trump y los últimos resultados en elecciones más cercanas, volvemos a los 60.
Una de las anécdotas más comentadas de la gala de los Oscar, aunque no he visto ninguna imagen, ha sido la reacción negativa de Spike Lee al leer el sobre con la película ganadora.
Spike también optaba al premio por la impecable “BlaKkKlansman” (Infiltrado en el KuKuxKlan). Y entiendo y aplaudo absolutamente su reacción.
La película también basada en hechos reales explica la historia de un policía negro en 1979 que se infiltra en la organización racista. Explicada con toques de humor, muestra con mucha más crudeza una realidad demasiado cercana. Desde las charlas con los miembros del Klan, a algunos policías que no están contentos con tener un compañero negro, Spike Lee hace una fotografía de una sociedad que debería avergonzarnos.
Al terminar de ver la película, tenía la piel de gallina y me sentí triste y asustada.
Si la primera para mi es una historia bonita y fácil de ver, sobre cómo la gente muy diferente se acerca y se influencia mutuamente hasta descubrir que tampoco son tan distintos; la segunda película te dice que nunca podrá haber este acercamiento porque gritamos demasiado y porque ponemos barreras donde no deberían estar. Uno de los mejores momentos de la película de Lee, es la charla de Harry Belafonte, donde explica como en momentos de crisis es fácil culpar al desfavorecido.
Y después pongo las noticias y sí, veo que es sencillo culpar a alguien de nuestros problemas. Fácil y conveniente. ¿A quién conviene? Deberíamos estudiar esto antes de ponernos a gritar como animales. La realidad es que nos mueven en base al odio. No tenemos trabajos porque nos lo quitan los de fuera. Las ayudas y los servicios se lo llevan los de fuera que vienen a acabar con nuestra sociedad de bienestar. Y estamos convencidos de que el problema siempre lo tienen “aquellos que no piensan como yo”.
Mientras tanto, hay alguien a quien le encanta que estemos enfurecidos, porque la rabia no dialoga ni piensa.
Para terminar mi discurso que no quiere ser político ni enfadado sino humano, os aconsejo que veáis y disfrutéis las dos películas.
“Green Book” os acercará a la humanidad. “Infiltrado en el KKK” os acercará a la realidad.
Y para despedirme os dejo una canción de Oscar Peterson al piano. Porque últimamente me persigue y como alguien me aconsejó sabiamente lo mejor en este caso es dejarme atrapar. Hasta la próxima, sed felices.



EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...