Hay un viejo capítulo del
Doctor Who donde se utilizan los nombres como fuente de poder. “Yo te nombro
Martha Jones…” se convertía en una poderosa maldición. El Doctor dice que las letras
combinadas tienen tanto poder como los números de una fórmula matemática. En la
saga Harry Potter, el malísimo Voldemort era conocido como el “Innombrable”,
porque al nombrarlo le dabas poder. Los dioses a quien nadie reza y a quien
nadie recuerda, mueren. De hambre seguramente.
Oscar Wilde dijo que era
mejor que hablaran mal de ti a que no hablaran en absoluto. Uno de los castigos
famosos en los internados ingleses era mandar a alguien a Coventry, con lo cual
el castigado era ignorado y aislado por sus compañeros.
Supongo que no basta con
existir, hay que hacer saber que existes. ¿A dónde voy con toda esta reflexión?
Al marketing político. No voy
a nombrar el partido que ha salido como una seta en medio del bosque y se ha
colado en los medios como uno de los más ruidosos del panorama nacional. No hace
falta nombrar a quien quiere premiar con la medalla del mérito civil a quien se
tome la justicia por su mano. Ni a quien quiere que invocar a viejos fantasmas
que no están tan muertos como creíamos. No vamos a hablar de quien quiere que
junto con la crema hidratante y el rímel de recambio en nuestro bolso haya sitio
para un revólver Smith and Weesson del 38. Y no voy a decir su nombre porque
sin decirlo ya sabéis todos a quien me refiero.
Y con eso demuestro que
todos esos “memes” burlándose de sus líderes, pintándolos como caciques paletos
de otros tiempos, esos señores ocupan más del 50% (dato totalmente inventado
por mí, estoy segura que es más) de nuestro tiempo en redes sociales o en
cadenas televisivas y debates.
Aquí no deberíamos estar
debatiendo sobre si llevar o no armas en el bolso legalmente, aunque a muchos
les recuerde románticamente a una peli de Clint Eastwood. Deberíamos estar
debatiendo el sistema de pensiones, la seguridad social, los pederastas
eclesiásticos que se van de rositas mientras los políticos de bien siguen yendo
a misa los domingos. Deberíamos preguntarnos por qué nuestro médico de cabecera
tiene tan mal humor cuando nos atiende y cuando pedimos hora nos la dan para
dentro de siete meses. Deberíamos debatir sobre lo que nos han quitado a nivel
material y emocional. El dinero debería devolverse. La desesperanza anclada ya
dentro nuestro será más difícil de curar.
No quiero hablar de
política. Pero no puedo ignorar que vienen unas elecciones importantes en las
que la campaña ya está siendo sucia y rastrera antes de empezar. Son nuevos tiempos, ahora la batalla se libra en instagram y en twitter. Hoy me decía un amigo que la
derecha no se fragmenta en cambio la izquierda tiende a discutir internamente y
así pierde. Y tiene razón. Divide y vencerás. Pero también creo que no hay
tanto rico en nuestro país para que voten a un partido que no sé como tiene los
santos cojones de presentarse en público o mirarse al espejo después de lo que
ha hecho.
Votar es nuestra única arma.
Pero investigar y votar con conciencia debería ser nuestra obligación.
Si en el post anterior
hablaba de la importancia de romper el silencio ante las injusticias, en este
me reafirmo en silenciar a los bufones, a los que usan una bandera como excusa
para todo tipo de injusticias.
A Trump le salió bien. Y con
él parece haberse abierto la veda. Parece que cosas que antes daban vergüenza,
ahora son motivo de orgullo.
En un episodio de “Hotel
Fawlty” nació la frase: “No nombres la guerra…” delante de los alemanes. Porque
aún estaban avergonzados por ella. Añoro esos tiempos en los que aún se sentía vergüenza
y arrepentimiento por el pasado.
Y así termino mi post
político. Ahora es cosa vuestra. Votad. Votad a alguien que no os tenga que
avergonzar más adelante. Silenciad al payaso.
Y naturalmente, sed felices.
Sencillamente precios je sui totalmente D'acort. Felicitas.
ResponderEliminar¡Qué grande!
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