No toco ningún instrumento. Tengo un sentido del ritmo bastante limitado. Y
de pequeña cuando me apuntaron a una actividad extraescolar me dieron a elegir
entre estudiar inglés e inglés. Si pudiera volver atrás en el tiempo, cogería a
esa mini-Sofi vestida con jerséis de lana que le tejía su abuela y le pondría
una guitarra en la mano, o una trompeta o unas maracas...lo que sea, para
romper el hielo, para aprender solfeo, para poder leer una partitura... y es
que una de las cosas de las que más me arrepiento es ser una lerda absoluta en
el tema musical.
Aún siendo una profana en el tema musical, la música es importantísima en
mi vida. Hay momentos en que querrías que el encargado del montaje pusiera una
banda sonora al paisaje, instantes en que pudieras decir: “Si ahora sonara una
canción de Van Morrison esto sería perfecto”. Agradezco a quien tenga que
agradecer que se ha inventado el mp3. El mío es caótico y variado. Si alguna
vez lo pierdo y alguien lo escucha, oirá una mezcla de Cole Porter, Bruce
Springsteen, Goo Goo Dolls, Nina Simone, Ana Belén y...vale también tengo una
de Paris Hilton.
Y aunque siempre voy con la música a cuestas, pienso que hay que ver la
música en vivo.
Sí. La envidia sube hasta el infinito cuando estoy en un concierto en
directo. A veces veo el diálogo entre los instrumentos y pienso que eso, es
algo que yo nunca podré hacer. Pero yo sigo yendo, palmeando, respirando cada
nota. Porque mejores o peores siempre hay algo bueno en cada concierto. Y hay
una diferencia abismal entre escuchar la música y vivirla.
No nos engañemos, tal y como están las cosas, hay pocos músicos que se
dediquen a su profesión por dinero. (Menos “PitBull”, creo que ese señor es un
mercenario violador de melodías, y en mis rezos siempre hay un lugar para pedir
que ese hombre nunca, nunca, nunca tropiece con las canciones de Sondhaim o
Porter... Aún así, respeto a todos sus fans, poco, pero los respeto).
Y como seguramente no me tocará la lotería y no podré montar un festival en
mi pueblo, he decidido que voy a dedicar el próximo verano a ver conciertos. Y
estoy segura que en otoño seré un poco más feliz. Ojalá coincidamos en alguno.
Como dicen en catalán “A l’estiu, música en viu”.