Como mañana
llega la primavera, hablemos de amor. No, de amor, no. Hablemos de
romanticismo. Cada uno es romántico a su manera.
Yo por ejemplo,
aunque soy una gran fan de las novelas de Jane Austen, donde todos acaban bien
casados, no soy nada ñoña. Así, si voy al
cine, prefiero que me hagan reír, sin importarme demasiado si los protagonistas
acaban juntos. Si leo un libro en que veo demasiado las intenciones del autor
de emparejar a algunos personajes, les cojo tirria. Si estoy viendo una serie
de asesinos, de mafia, política o de historias de hoteles, la trama romántica
de los protagonistas suele aburrirme bastante.
Hay personajes a
los que suelo coger manía por costumbre.
Las estereotipadas
mujeres inteligentes que caen a los pies del macho alfa en una situación de
peligro. Los amores que superan las distintas clases sociales en plan
cenicienta y príncipe. Las parejas que discuten cuando se conocen y por milagro
del guión después resulta que eso les pone un montón y acaban casándose. La
típica patito feo que se quita las gafas, y se suelta el moño y enamora al
jefe/príncipe. O, y este es mi preferido para aborrecer, el macarra que se enamora de verdad y
se vuelve bueno.
¿Mi situación romántica preferida?. Pues la que nace del
azar, por ejemplo. Los personajes divertidos. Los personajes listos. Sí, la inteligencia y el humor me
seducen. Y una de mis comedias
románticas preferidas,(más comedia que
romántica, hay que decirlo) es “Avanti” donde Jack Lemon y Juliet Mills se
encuentran una vez al año en Ischia, y luego vuelven a sus vidas. Del gran
maestro Billy Wilder.
Como personaje
de ficción inteligente, de pequeña estaba enamorada de Sherlock Holmes, y un
poco de Moriarty, porque al fin y al cabo también era listo.
Y si tuviera que
elegir mi historia de amor preferida, me quedo con “El fantasma y la señora
Muir”, con Rex Harrison y Gene Tierney. Un placer para los sentidos.
Nada más por hoy sólo me queda desear una feliz primavera
a todos. Con mucho amor, pero del bueno.