Cuando yo era pequeña, reconocías al malo de la película fácilmente
porque solía ser feo, a veces llevaba bigote y bebía perdiendo las maneras y
atacando prostitutas en el “Saloon”. Sí, en las pelis del Oeste de "Sesión de
tarde", había mucha puta en el Saloon. Al final, la pobre fresca, empezaba una nueva vida en San Francisco. Y el
protagonista se casaba con una casta hija de granjero y se quedaba a echar
raíces en el pueblo, que ya estaba cansado de tanto rancho recalentado y
solitario.
Pero los malos han evolucionado hasta el punto que ahora,
o no los reconoces hasta el final, o son más sofisticados. El primer villano
del que tengo recuerdo consciente es Eduardo Noriega en “Tesis”, ese encantador
de serpientes que se dedicaba a hacer “Snuff movies”. Aunque sea rubia, por una
vez, fui lista y a mí me encandiló el antihéroe, la verdad es que me conquistó
ese Fele Martinez tan raro y friki, que al final resulta que es el bueno.
Otro de mis malos favoritos es Roger “Verbal” Klint, en “Sospechosos
Habituales”, y es que como dicen al final de la película: “El mejor truco del
diablo es hacerle creer al mundo que no existe”. Sí, os he hecho un pedazo de
spoiler, pero si a estas alturas no habéis visto esta película, es culpa vuestra.
Los malos ya son más difíciles de reconocer, porque ahora
les han añadido cinismo. Buena educación. Y muchas veces dinero.
Desde que las series pasaron a ser verdaderas obras de
arte, nos han regalado villanos adorables que no sabes si los temes o los
quieres de mejores amigos. Tony Soprano, ese mafioso de New Jersey que mataba
sin remordimientos, pero tenía ataques de ansiedad e iba al psiquiatra. El
egoísta y manipulador Don Draper de “Mad Men” y su media sonrisa de vuelta de
todo. Heinsenberg en “Breaking Bad”, la evolución de un pobre hombre a un tío
con un par. Jaimie Lannister, el matareyes de “Juego de Tronos”, que ya me
empieza a caer bien y todo. Pam de “True Blood” y su absoluta fidelidad a su
jefe/creador. Dexter, ese psicópata con buenas intenciones. O la serie "Scandal" donde te reto a que identifiques al más villano de todos.
En fin, que lo que han hecho los guionistas es crear una
red emocional que hace que en muchas ocasiones sintamos más empatía por el
villano.
O que veamos situaciones en que el malo y el bueno no
sean papeles tan definidos. Cosa que me parece mucho más interesante.
Hoy os dejo para que penséis en quién son vuestros malos
favoritos, y lo podéis hacer con este fantástico tema de Jim Croce “Bad bad
Leroy Brown”, de cuando los malos llevaban bigote y se reconocían por sus malos
modales.
Sed felices y no os confiéis mucho, estoy convencida de que el diablo sí existe y a veces vive dentro de nosotros.