Este fin de semana largo de tres días he aprovechado para
tomármelo todo con un poco de calma. Con
ganas de comedia fui a ver “Nacida para Ganar”. Interpretada por Victoria
Abril, Cristina Castaño, la omnipresente Alexandra Jiménez, y dirigida por
Vicente Villanueva, nos cuenta la vida de Encarna que vive en Móstoles y desde
el año 1985 está enfadada con “Martes y 13” por el famoso gag de Nochevieja. La
vida de Encarna está estancada. El mismo trabajo, el mismo novio, vive con su
madre y parece que lo único que cambia, son los demás. Presa fácil para
cualquier secta, Encarna se encuentra con una amiga del instituto quien le
propone entrar en un fantástico negocio que la hará la mujer con quien ha
soñado ser. Se trata de la distribución de unos cosméticos basados en la venta
multinivel, que es un poco la prima hermana de la venta piramidal. Lo siento,
pero es así. El aspecto donde se te encoge el corazón, es como se mercadea con
la ilusión. Con la ilusión de ganarte la vida, de ser tu propio jefe y con la
ilusión del comprador, quien se gasta una pasta en cosméticos y pastillas para
recuperar la juventud perdida.
En la película además se juega con “El secreto”, ese
libro de autoayuda que te culpa de tus desgracias, porque en el fondo, eres tú
quien auto boicotea tu propia felicidad.La verdad es que tampoco es que sean muy sutiles,en su primera aparición, Victoria Abril, es un clon de la escritora de dicho libro, y con casi el mismo discurso. Lo que piensas es lo que sucede.
Leí en una entrevista,
que una de las actrices había asistido a reuniones de la
famosísima casa de cosmética y absoluta heredera de “Avon”, pero así como en moderno; lo que sería un Avon 2.0, y así había preparado su personaje.
La película, aunque irregular de ritmo, tiene grandes
momentos. Y grandes secundarios, como la genial Ana María Ayala que roba todas las escenas donde sale. Por ahí andan las “Supremas de Móstoles” reinventadas, un Móstoles
que reivindica ser mucho más, y un grupo de gente que cada día se levanta,
lucha y sueña con vivir mejor. Como la vida misma. Ahí está también el
depredador, esa picaresca llevada al límite que se aprovecha y vive de los deseos
no cumplidos. Como ayer, como hoy y tristemente como siempre.
Nada más por hoy, id al cine que la vida ya es dura sin hacerlo, soñad y sed felices. Os dejo con el
tráiler de la película.