¿Alguien se ha parado a pensar en lo adictos que somos al
miedo? Desde pequeños en el tren de la bruja o la casa del terror, de un poco
mayores cosas serias, como las psicofonías en cementerios, la ouija o ya de
adultos las películas y series del género. Nos encanta ese chute de adrenalina
que nos hace pegar un bote del sillón.
Pero hay más. Esa sensación de miedo, es una sensación de
poder cuando lo dominamos. Y al contrario, de impotencia absoluta cuando nos
dejamos llevar por él.
¿Qué pasa cuando el miedo llega a áreas de nuestras vidas
cuotidianas? El miedo al terrorismo, a volar, a los atracos, a los ataques. El
miedo reina. Y lo combatimos con seguridad. Como esa luz de enchufe que tenía
yo de pequeña para dormir. Esa luz naranja que en el fondo, sólo añadía sombras
a mi habitación. Pero cuando la seguridad no es una bombillita naranja, y se
convierte en controles de aeropuerto que parecen hechos por forenses, cámaras
las 24h en las calles, o alarmas conectadas a la policía, la cosa se pone seria. Cuando el miedo se
combate con falta de libertad por ejemplo, y nosotros la sacrificamos casi
inconscientemente, porque es el mundo que nos ha tocado vivir. Entonces podemos
llegar a la conclusión que no es el amor la fuerza más poderosa. Es el miedo. Él
vota por nosotros, es él quien nos cierra la boca ante una injusticia o un
abuso de poder, es él quien nos hace mirar todo lo desconocido con temor o
rechazo. El miedo nos convierte en “test car dummies” con tarjetas de crédito. Y
hay alguien a quien le encanta eso. ¿A quién? Pues podría encantarle al que
pone la bomba en un avión o al que me vende la alarma de seguridad. A quien no
le gusta es al extranjero que ves de lejos y te agarras el bolso más fuerte, o a la mujer que
intenta no enfadar a su marido para que no la pegue o al niño que no entiende
que hace en una patera en medio del mar con ciento cincuenta personas a bordo. No
os engañéis, no mandará Trump, ni mandará Rajoy. Quien manda es el miedo. Lo dijo Nieztche "cuando pasas mucho tiempo mirando al abismo, el abismo mira también dentro de ti."
A veces no me extraña que no nos asustáramos en la casa
del terror o en el tren de la bruja, cuando miras a tu alrededor, ves que al
monstruo en el fondo, lo teníamos dentro.
Os dejo con una canción de alguien que nos dejó hace
poco, alguien que soñó y cantó a la libertad. Y creo que hoy en día el mundo
necesita soñadores y poetas. Sed felices, y valientes.