Nadie nos había preparado
para esto ¿verdad?
¿Cómo estáis? ¿Habéis hecho
pan, aprendido idiomas, pintado un cuadro, ordenado los armarios?
¿Habéis sido felices de
verdad desde que estáis encerrados? ¿Habéis tocado fondo?
Yo he estado muy ocupada
gestionando mis emociones. Aún estoy montada en una montaña rusa llena de "loopings" que a veces me ponen el corazón en la garganta. Me está costando. Pero
no me quejo, con todo lo que pasa, no tengo derecho.
Os diré que hasta finales de
la semana pasada no he sido capaz de aceptar con un poco de normalidad esta
situación transitoria. Al acabar de escribir la palabra “transitoria” me doy
cuenta que lo que me hace superar los momentos es esta condición de
transitoriedad del contexto. Lo que me anima (por poner una connotación
positiva) es que todo pasará. En mis momentos más negros, he llorado por el
mundo que he perdido. Que hemos perdido. Y miro fotos de hace sólo un par de meses
y no puedo creerme lo afortunada que era.
Echo de menos el roce, los
abrazos y los besos que a partir de ahora no se darán. Echo de menos a la
gente, pareja, familia y amigos. El café de la mañana en un bar. Las conversaciones
hasta altas horas de la madrugada. Conducir y cantar al volante. Insultar a los
conductores que no ponen intermitente. Aparcar mal. Ir al cine. Quejarme de
tonterías que hace un tiempo eran verdaderos problemas. Levantarme sin
necesitar hacer un esfuerzo por creer que todo irá perfecto.
Es curioso cómo nos
adaptamos a todo. Y como debemos hacerlo para poder sobrevivir.
Pero hay cosas que aún me
ponen de mala leche. Las noticias falsas, las pullas políticas (no es el
momento señores), la falta de solidaridad.
Creo que la pandemia hace
salir lo mejor y lo peor del ser humano. Mientras unos aplauden otros ponen
carteles acosando a trabajadores esenciales en sus pisos. Para mí, los héroes
no son sólo los médicos.
A ver como digo esto para
que no se me ofenda nadie. Los médicos hacen su trabajo. En condiciones
extremas. En una situación que nunca antes habían visto. A lo mejor es el
momento de además de aplaudir, procurar que tengan mejores condiciones y no
recortar en sanidad. ¿Y la gente que trabaja en los supermercados o el personal
de limpieza o todos estos que están haciendo su trabajo sin muchas garantías y
con un sueldo de mierda? (Con perdón). Pensemos también en ellos a la hora de
aplaudir y de ir a las urnas que también tiene su importancia.
Nadie sabe cómo será el día
en que podamos salir a la calle. Y lo peor, nadie sabe cuándo. He leído algo
sobre un “pasaporte” de inmunidad. Se me ocurren un millón de situaciones que
confirman el por qué esto no es una buena idea. Y vienen a mí imágenes de la
memoria colectiva donde se separa a la ciudadanía, entre “buenos y malos”.
El miedo nos hace perder
libertades. Y el miedo es útil en cierta medida como método de supervivencia
pero no nos pasemos. El miedo también nos hace débiles y a veces nos esclaviza.
Deberíamos poner límites y poder opinar en cosas que van a cambiar nuestra vida
para siempre.
Me despido con la esperanza
de que estéis bien. Doy gracias a que todo esto nos pilla con la tecnología muy
avanzada y todos los ratos que paso conectada con gente aleja un poco los
fantasmas y las sombras. Podría ser peor. Un abrazo. Sed felices, aunque
cueste.