No he hecho ni un pastel en
toda la cuarentena. Ni pan. Ni he cocinado nada especial. Mi pesadilla
recurrente es que me llame Fernando Simón y me diga “no puedes pasar de fase ya
que no estás aprovechando el tiempo como Dios manda”.
Lo que sí he hecho es
escuchar música. En los tiempos antes del encierro oía la música por la radio o
la que yo me ponía al conducir, pero no soy consciente de haber escuchado nada
y no hacer más que sumergirme en las canciones desde hacía mucho tiempo. Como si estuviera en un
concierto. También he visto muchas películas y series. Harta ya de ver al FBI
cazando malos, o de ver comedias chorras que se me confunden al cabo de los días, el domingo
pasado vi que en Amazon Video tienen cine clásico y me animé a ver “El séptimo
sello”. En sueco subtitulado porque aquí hemos venido a jugar. La había visto
creo que de pequeña en “La clave”, ese programa que me impedía ver el “Un, dos
tres” los viernes noche y me dejaba fuera de las conversaciones de recreo en el
colegio.
Pues debo decir que la
película me gustó más de lo que me esperaba. El hombre en busca de la fe. La explicación
que busca la humanidad a todo lo malo que les pasa. Los humanos somos así con
los imprevistos. No los toleramos, queremos el control de la situación y nos
asustamos en cuanto la vida, como ahora, se sale del guión.
Otra película que vi, en el
canal “Somos cine” de Rtve fue “Total” del recientemente desaparecido José Luís
Cuerda. Es una pieza corta, de 50 minutos donde Agustín González nos cuenta
como fue el fin del mundo. Las señales inequívocas de que algo gordo venía, son
muchas y variadas pero me quedo con las vacas que quieren culturizarse y
asistir a la escuela. La recomiendo, como todo lo de Cuerda por supuesto.
Vamos con Netflix. Hay mucha
crítica mala de la miniserie “Hollywood”, panda de amargados que son todos los
críticos. Debo confesar que fue la
primera serie que vi en la que me olvidé totalmente de la realidad actual. Entré
en el mundo de Hollywood en el mismo momento en que una fantástica Patty Lupone
llega a la gasolinera. Que gran mujer. Que poderío y que robaescenas. Que
nariz y que señora. Jim Parsons que con su “Sheldon” en “The big bang theory”
se dedicó a romantizar la falta de empatía y el comportamiento digno de
psiquiatra, interpreta aquí a Henry Wilson, un señor que existió de verdad e
hizo cosas muy malas de esas que si las denuncias no te hacen caso, una especie
de Harvey Weinstein de los años 50. No voy a hacer demasiados spoilers por si
alguien se anima a verla pero la verdad es que es más dura de lo que parece y
también más dulce de lo que debería. O quizá no. Quizá también el ser humano
necesita buenos ratos e historias que terminen bien. Realidades irreales.
Pedazo de spoiler que acabo de hacer. Pero vedla igualmente. Vale la pena.
También he leído, aunque menos de lo que me gustaría. Ahora voy pillando el hábito de leer otra vez y ya puedo dejar un poco de lado a Stephen King y ponerme con novelas que me aporten algo más que miedo a apagar la luz. Esto lo dejo para otro post.
Como podéis ver, sin la ficción, la cuarentena sería mucho más insoportable. Así que no nos quejemos y continuemos consumiendo y apoyando artistas cuando veamos la luz al final del túnel.
Os dejo hoy con una canción que canto cuando estoy un poco “chof”. Y siempre me pone de buen humor. “Here comes the sun” por George Harrison. Y por el mismo precio os la subtitulan para que sepamos que cantamos. Sed felices. Aunque cueste.