miércoles, 26 de marzo de 2014

Clavos de Chejov, viejas películas y café, mucho café.


Hoy voy a divagar un poco.
Hace nada, vi otra vez la película “Amanece que no es poco”. De verdad, esa joya del cine debería ser obligatoria en clase. Surrealista como ella sola, el universo amanecista se llena de personajes muy conscientes de lo que son. Entre los mil diálogos geniales, hay uno que me encanta. Se trata de una escena en que  el párroco (Cassen) y el cabo de la Guardia Civil (Saza), hablan sobre el libre albedrío.
A este detalle vamos a sumarle otro factor que justifica mis divagaciones: acabo de leer la trilogía de Glenn Coopper sobre los escribas (no cuento nada más por si alguien la está leyendo) y me dejó preocupada.  

Como mi cabeza tiene tendencia desconectar de la realidad, me puse a pensar sobre el determinismo versus el libre albedrío.
¿Está todo escrito o nosotros elegimos?
¿Por qué sigo leyendo mi horóscopo si no me creo nada de nada?

Vamos a analizar un recurso cinematográfico: “El clavo de Chejov”, dicen que cuando una película te muestra la escena de un clavo, tarde o temprano van a colgar algo de él. Un cuadro, una chaqueta o una cabeza cortada, eso ya depende de lo que veamos.
En la vida, a veces, pequeñas cosas te llaman la atención, una esquina, una foto, un pastel de crema (sí, sigo de dieta), o una persona. Y luego resulta que cuando ya lo habías olvidado, vuelve a aparecer, en otra circunstancia distinta de la primera vez y le da un sentido a que te fijaras en eso en el pasado. Esto sería un punto a favor del determinismo ¿no?

¿Habéis escuchado el famosísimo discurso de Steve Jobs? Ese tan inspirador, en que afirma que al final sólo hay que unir los puntos. Las pequeñas decisiones han marcado el camino, y a veces, esas pequeñas decisiones son las que diseñan tu vida.
Y este punto se lo doy al libre albedrío.

Lo dejo en empate y me tomo otro café. ¿Otro? Sí, adoro el café. Aunque luego no pueda dormir. Pero hago cosas tan interesantes como ver películas viejas.
Y decido que me paso a la improvisación, a veces, coger una carretera que no sabes dónde te lleva es la mejor receta para ser feliz. Y al final, eso es lo que buscamos todos. Ser un poco más felices.

Disfrutad de la primavera, os dejo enlace a la escena de la película.


2 comentarios:

  1. Pues a mí tus 'divagaciones' me parecen interesantes, es que también tengo tendencia a pensar mucho y a encontrarle la vuelta a todo, lo que no significa que lo consiga.
    Un abrazo.
    HD

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias humberto, por tu tiempo y tu comentario.
    Divagar es uno de mis vicios predilectos.

    Abrazos,
    Sof.

    ResponderEliminar

EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...