viernes, 13 de marzo de 2015

Adiós muchach@s...


No soy muy fan de los homenajes póstumos. Creo que deberíamos decir lo que sentimos por la gente mientras están vivos. Pero también creo que las personas que nos han dejado últimamente merecen una mención especial.
El primero, Leonard Nimoy. Convertido en icono hasta tal punto que a veces teníamos la tendencia a confundirlo con Mr. Spock. Live long and prosper, donde estés Leonard.
El segundo, mi favorito, es Terry Pratchett. Creador de Mundodisco. La primera novela que leí de él, fue  un poco por casualidad, y me pilló bastante mayor, pero claro, yo de adolescente leía a los clásicos, y fue con la edad, cuando me relajé un poco. La primera vez que vi “Mort” en las estanterías de la FNAC, me llamó la atención su argumento. Y ahí empezó mi historia de amor con Terry. Sacad un billete a Mundodisco lo antes posible y descubrid el color de la magia.
Otra marcha llorada en el cine y teatro es la de la actriz Rosa Novell. Una de las voces más interesantes del panorama. Yo, me había acostumbrado a verla en un papel y garantizar que allí habría algo bueno. Y cuándo un nombre suele asociarse con la buena calidad, no hay mucho más que decir.

Fue Virginia Wolf quien dijo “El poeta debe morir” para que los demás aprecien la vida. Lo vi en la película “Las horas”, y la primera vez que me di cuenta de esto, fue con la muerte de Terenci Moix. Ya no cabía la posibilidad de encontrármelo en el metro y que me firmara alguno de sus libros, que yo solía llevar en el bolso. Ya nunca sabría que mi gato se llamaba “Terenci” por él. Y por supuesto nunca podríamos hablar de cine clásico, ni de lo que aprendí con su colección de artículos de “La Vanguardia”, en la época pre-internet.
Así que antes de que se mueran más poetas, vamos a hacernos un favor y expresar mejor nuestras emociones. Aprovechemos el tiempo. Lo que no hagamos en cuanto tengamos oportunidad, quedará por hacer.
Os dejo con una frase de Terry. Sed muy felices.


 Los vivos eran los que no se daban cuenta de que sucedían cosas extrañas y maravillosas, porque la vida estaba demasiado llena de cosas aburridas y mundanas.



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