Hay sabores que te acompañaran siempre,
en mi caso, el de la masa cruda de los panellets que hacía mi abuela cuando
terminaba Octubre. En cuestión de sabores y recuerdos seguro que Proust lo dijo
todo con su famosa magdalena. Pero hoy me propongo darle una vuelta y hablar de
esos gatillos de la memoria. Ese instante que te hace volver atrás y recordar
un pasado muy ideal y poco apreciado cuando era presente.
Octubre, no sólo son panellets esa bomba
calórica de almendra y azúcar. Yo los odiaba, porque con la excusa no tenía
pastel de cumpleaños, y cuando me tocaba hacerlos a mi, desde el momento de
amasar ya me ponía de mal humor. Ahora es distinto, aunque no es mi dulce
preferido, cada vez que lo pruebo vienen a mi cabeza imágenes de mi abuela
vigilando el horno. El secreto del panellet es no despistarte en el momento de
la cocción. Avisados quedáis. Pero también está el aroma. Azúcar mezclado con
el humo de los chicos que venden castañas tostadas en la calle para financiar
sus viajes de fin de curso. El aroma que tiene la primera bufanda, que a veces
huele al perfume que llevaba puesto el último día que me la puse. Mamá, si lees
esto, ya sé que tengo que lavarlas antes de guardarlas, pero ya sabes que no lo
hago. No grites. Otros aromas de Octubre son los de los tallos de los claveles.
En serio, cuando cortas un clavel tiene un aroma característico. Y por todos
los santos desde siempre he asociado los claveles cortados con los cementerios,
si alguien se anima a regalarme flores que no sean claveles, por supuesto los
girasoles y las margaritas siempre serán bienvenidos.
El aroma del frío, eso me
lleva mucho más atrás, a cuando era muy pequeña y Octubre era un mes en el que
solías ponerte el primer abrigo. El aroma de los tebeos recién comprados en la
plaza mayor los domingos, cuando mi padre compraba el periódico. El del barro
en los zapatos. El de canelones y cava frío. El de los caballitos, churros y algodón de
azúcar. Porque venían las fiestas.
Si es que es imposible que no me guste
Octubre. Es un mes que tiñe los recuerdos de colores perfectos.Y es que el pasado, en nuestra memoria, suele ser soleado. Os dejo para
que penséis en vuestros propios detonadores de recuerdos. Y espero que todos
sean felices, como vosotros.
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