Estando de vacaciones a
veces tienes la sensación de que la vida se toma un tiempo y descansa.
Pero el mundo sigue. Y estos
días viendo la televisión me ha parecido que no sólo el mundo no se paraba sino
que iba irremediablemente hacia el declive más absoluto. En mi casa siempre
hemos sido de izquierdas. Incluso cuando era ilegal serlo. A mí, desde pequeña
me produce cierta desconfianza cuando alguien se define abiertamente de
derechas. Porque la gente razonablemente buena, la que luchaba por el estado
del bienestar, ese que aún no ha llegado, siempre ha sido de izquierdas. Cosas de
ser hija de un comunista. Al crecer me di cuenta que no había que tener miedo
de la derecha. Había que tener miedo de los que decían que ya no existe ni
izquierda ni derecha. Y a los que dicen que esas cosas no van con ellos. Para
mí, todo ha sido fácil en ese sentido. Es ahora cuando observo el mundo y se me
hace todo mucho más difícil de entender. A lo mejor son cosas de la edad.
Ayer veía en la televisión
una concentración en el Valle de los Caídos. Para los que estáis de vacaciones
o para los que directamente pasáis de todas las noticias os diré que la
polémica viene con querer sacar los restos del dictador Franco de su sitio. Y convertir el lugar en un sitio de
reconciliación y honra a la memoria y a la convivencia.
Pero eso no convence a todo
el mundo, así que un domingo por la mañana es perfecto para ponerte una camisa
azul, desempolvar la bandera preconstitucional (sí, la del aguilucho) y cantar
el “Cara al sol” con más pasión que sentido común.
Y ayer un Borbón sin corona
y más gente de la que hubiera creído se concentró con la mano en alto gritando “Franco,
Franco, Franco”, “El Valle no se toca”, “Españoles sí, ilegales no”. Comprenderéis
mi absoluto pavor. El Valle no es sólo la tumba de Franco y de Primo de Rivera.
Es una fosa común. Construido no solamente con mano de obra contratada sino
también por 20.000 presos republicanos. Unos 30.000 cadáveres descansan ahí. De
los dos bandos. Muchos sin identificar, de hecho más de 14.000.
La siguiente noticia me
animó un poco. Nuestros vecinos los franceses, que mientras yo veía las
noticias aún no habían ganado el mundial de fútbol, estaban en plena resaca del
14 de Julio. Día de la toma de la Bastilla. Aunque el día nacional de Francia
no se celebra ese día por eso, se celebra por la Fiesta de la Federación, que
empezó un año después y que fue el inicio más o menos de la revolución
francesa.
Las causas de una revolución
siempre tienen un elemento común. La rigidez. Visconti lo dice en “El Gatopardo”,
debemos cambiar todo para que nada cambie. Que ya sé que sois unos puristas y
estaréis diciendo ahora que la obra está basada en la novela de Giuseppe Tomasi
di Lampedusa, pero yo es que vi la película y no me leí la novela y además
reconozco sin vergüenza alguna que la vi porque de pequeña adoraba a Burt
Lancaster.
A estas alturas ya no voy a
retomar el hilo de lo que estaba contando. El día que inventen un GPS para
escritura lógica y coherente yo lo compro.
Aunque también es verdad que
lo que escribo sale de dentro y por eso y sólo por eso no tiene porqué seguir
un orden planeado.
¿Hablábamos de revolución?
Dicen que cuando la Pasionaria volvió a España del exilio, dijo que todos
tenemos un coche y un piso a plazos y que así era imposible la revolución.
Creo que tenía razón. Ahora tenemos
un Smartphone y coleccionamos corazones en Instagram. Aunque muchos de
nosotros, a pesar de las noticias, intentamos creer y crear un mundo mejor. Más
amable y más humano, como dice la canción.
Hoy tendría que poner una
canción que hablara de la paz, algo así como “Imagine” de Lennon. Pero la
verdad es que os voy a poner algo para no olvidar el pasado. Y para no olvidar
que el odio engendra guerras pero la indiferencia también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario