Ser mujer está lleno de
trampas. Debes ser femenina que se entiende como un sinónimo de delicada, pero
fuerte porque el peso de todo siempre caerá sobre ti. Debes ser inteligente
para demostrar que eres válida. Y saber hacerte la tonta cuando conviene. Debes
casarte y tener hijos. Pero no dejes de trabajar porque también debes sentirte
realizada. ¿Eres la jefa? Seguramente a costa de dejar de lado a tu familia. O a
saber ante cuántos te habrás arrodillado. Y no lo digo con segundas. Digo
claramente que si eres jefa, muchos van a entender que has cambiado favores
sexuales por promoción laboral. ¿No estás casada? Seguro que eres lesbiana. O fea.
¿Quién te va a querer si estás gorda? ¿O si no te maquillas? Pareces un
marimacho. Eres demasiado cursi. Si no tienes hijos pronto se te pasará el
arroz. ¿Usted que tiene tanto éxito, cómo compagina trabajo y hogar? ¿Seguro
que quieres una moto? Es muy de chicos.
Mi novia es “guarra, lo
justo”, vaya que no es tonta pero tampoco ha ido con muchos. Señora en la mesa
y puta en la cama. Solterona. Zorra. Buscona.
He oído muchas de estas
frases en directo. Y debo decir con pena que muchas han sido pronunciadas por
mujeres. Creo que la “hermandad” femenina está bastante echada a perder porque
vivimos en un mundo donde las normas siempre han sido marcadas por hombres. No
es que no haya habido mujeres fuertes e inteligentes. Es que la historia no nos
ha hablado de ellas. Deberíamos pedirles perdón. A Hipatia de Alejandría, a
Emilie du Chatelet, a Ada Lovelace, a las hermanas Brontë, a Jane Austen, a
Gerda Taro, a Dorothy Parker, a Hedy Lamar, a Tamara de Lempika… y a millones
de nombres más, que hicieron carrera y lograron grandes cosas pero que siempre
tenían la coletilla de “es buena…por ser que es mujer”.
Creo que no se trata de que
amablemente te digan que no te contratan porque no eres la indicada para el
puesto. En el fondo eres mujer y mayor y por eso no te cogen. No se trata de
enfadarte cuando te sujetan la puerta. O cuando alguien te dice guapa por la
calle.
Se trata de que te den la
misma oportunidad que a los demás. Que no debas ser dos veces mejor para
justificar tu existencia o tu valía. Se trata de que si ves a alguien con
minifalda no se ha buscado ningún tipo de abuso.
Soy rubia y no se aparcar, y
me encanta que me ayuden con las maletas. También soy capaz de beber cerveza
como un cosaco ruso y hacer buenos pasteles. Una cosa no quita la otra. Me
gusta que me piropeen por la calle, suelo contestar. Y al salir por la noche he
pasado miedo volviendo. No es culpa de los hombres, es culpa del imbécil que me
siguió en coche invitándome a subir. Por suerte era época de móvil y le hice
una foto, le dije que si no se iba la enviaba a la policía. El tipo me creyó y
se fue. Pero podía haber bajado, arrancarme el móvil y reducirme. Y yo no me
habría buscado nada. Igual que podrían haber atacado a un hombre por ser gay,
rubio, ir solo de noche o simplemente porque el atacante es quien tiene la
culpa, no la víctima.
El día 8 de marzo y todos
los días, defiendo a la mujer pero sobre todo defiendo al ser humano. No es una
lucha de hombres contra mujeres. Es una lucha contra situaciones injustas. Contra
el silencio. Contra la intolerancia.
Feliz día de la mujer. 8M
Es increíble como en la actualidad siguen existiendo este tipo de estigmas que solo dividen a la sociedad en géneros, preferencias, gustos y demás motivos causantes de estereotipos adoptados por quien no lo analiza siquiera un momento. Y concuerdo contigo, ambas partes hemos tenido acciones que desencadenen este tipo de situaciones, unos mas que otros, otros menos que unos...
ResponderEliminarGracias por alzar la voz a través de la escritura, se necesita difundir el mensaje para que este tipo de discriminación disminuya hasta el grado de ser nulo.
¡Saludos!