jueves, 13 de agosto de 2015

Quejarse o no, that is the question.

Hablemos de lo que nos gusta quejarnos. El arte de quejarse está llegando a unos límites que habrá que pensar algo para enaltecer esta adorable costumbre. Poner las mejores quejas en un museo por ejemplo. "Y aquí, ese señor que se quejó todo el invierno del frío, del calor en verano, de no tener vacaciones en agosto, de tener vacaciones en agosto, porque claro, todo está muy caro y lleno de gente, de los niños de los demás, de lo triste que está el ambiente sin niños". Digamos que a alguno así conozco. Digamos que a veces muto en este señor. He puesto como ejemplo a un señor, porque dentro de mi cabeza este papel lo interpreta Fernando Fernán Gómez. Pero la verdad es que nos quejamos siempre, todos, sin discriminación de sexo o edad.
Por ejemplo, el otro día iba andando por la calle a las 5 de la tarde, pensando en todas las maldades que había hecho en mi vida, así en plan ensayo para cuando vaya al infierno, y decido coger un autobús. En la parada, unas mujeres hablando y abanicándose. Una decía "Espero que haya aire acondicionado" y la otra "y que no esté muy fuerte que me resfrío" y la primera "ni muy flojo porque sudo y en esta blusa se me marca todo". Y las dos se miran, me miran y se ponen a reír a carcajadas, luego me dicen "Es que nunca estamos contentas ¿verdad?" Yo me uno a las risas y les digo que a mí también me encanta quejarme.
Lo malo, como en todo, son los excesos. Cuando te quejas demasiado, la queja se apodera de ti, y te llena de negatividad. Una buena queja tendría que ser como las galletitas que acompañan el café, sólo una, para poder disfrutar de las otras cosas que sí nos gustan.
Ah, pero de eso no decimos nada ¿verdad? Pues es un bálsamo para el alma decir esas cosas que disfrutas. Hablar de ellas es como subrayarlas en rotulador y re-disfrutarlas. Da gusto estar al lado de esa gente positiva que se sienta en un sitio y te ha dicho tres cosas buenas en diez minutos. Que buen café, que bueno el primer sorbo de cerveza, que lugar tan bonito o se está bien aquí ¿no?
Así que voy a decir tres cosas positivas de ahora mismo: no llama nadie y la oficina está tranquila así que puedo escuchar los podcasts de radio 3; tenía tanto sueño esta mañana que me he dado el lujo de tomarme 2 cafés y además hoy he escrito en el blog, cosa que siempre me alegra porque sé que alguno de vosotros me lee.
Así que para equilibrar un poco nuestro "chi" (cierto, me lo acabo de inventar), os propongo que en cuanto veáis que las quejas ganan terreno busquéis rápidamente tres cosas que os gusten en ese momento.
Y hasta aquí mi post dedicado hoy a esas personas que me han incitado a pensar en positivo porque, al final, no todo está tan mal como ellas dicen.
Un abrazo y como siempre, sed felices.


2 comentarios:

  1. Comentar los sufrimientos de los duros calores de agosto siempre es un consuelo. feliç estíu

    ResponderEliminar
  2. Magistral esa referencia a Fernando Fernán Gómez! Me has hecho reír un rato ;D
    Pondré en práctica sin duda eso de las quejas, porque irremediablemente va a hacer que se incline la balanza a lo positivo, al hacer que lo negativo no tenga más peso del que le corresponde.
    Escribes con mucha frescura! Me encanta tu blog, llevo un buen rato leyendo entradas ;)

    ResponderEliminar

EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...