Hablemos
de lo que nos gusta quejarnos. El arte de quejarse está llegando a unos límites
que habrá que pensar algo para enaltecer esta adorable costumbre. Poner las
mejores quejas en un museo por ejemplo. "Y aquí, ese señor que se quejó
todo el invierno del frío, del calor en verano, de no tener vacaciones en
agosto, de tener vacaciones en agosto, porque claro, todo está muy caro y lleno
de gente, de los niños de los demás, de lo triste que está el ambiente sin
niños". Digamos que a alguno así conozco. Digamos que a veces muto en este
señor. He puesto como ejemplo a un señor, porque dentro de mi cabeza este papel
lo interpreta Fernando Fernán Gómez. Pero la verdad es que nos quejamos
siempre, todos, sin discriminación de sexo o edad.
Por
ejemplo, el otro día iba andando por la calle a las 5 de la tarde, pensando en
todas las maldades que había hecho en mi vida, así en plan ensayo para cuando
vaya al infierno, y decido coger un autobús. En la parada, unas mujeres hablando y abanicándose. Una decía "Espero que haya aire
acondicionado" y la otra "y que no esté muy fuerte que me resfrío"
y la primera "ni muy flojo porque sudo y en esta blusa se me marca
todo". Y las dos se miran, me miran y se ponen a reír a carcajadas, luego
me dicen "Es que nunca estamos contentas ¿verdad?" Yo me uno a las
risas y les digo que a mí también me encanta quejarme.
Lo
malo, como en todo, son los excesos. Cuando te quejas demasiado, la queja se
apodera de ti, y te llena de negatividad. Una buena queja tendría que ser como
las galletitas que acompañan el café, sólo una, para poder disfrutar de las
otras cosas que sí nos gustan.
Ah,
pero de eso no decimos nada ¿verdad? Pues es un bálsamo para el alma decir esas
cosas que disfrutas. Hablar de ellas es como subrayarlas en rotulador y
re-disfrutarlas. Da gusto estar al lado de esa gente positiva que se sienta en
un sitio y te ha dicho tres cosas buenas en diez minutos. Que buen café, que
bueno el primer sorbo de cerveza, que lugar tan bonito o se está bien aquí ¿no?
Así
que voy a decir tres cosas positivas de ahora mismo: no llama nadie y la
oficina está tranquila así que puedo escuchar los podcasts de radio 3; tenía
tanto sueño esta mañana que me he dado el lujo de tomarme 2 cafés y además hoy
he escrito en el blog, cosa que siempre me alegra porque sé que alguno de
vosotros me lee.
Así
que para equilibrar un poco nuestro "chi" (cierto, me lo acabo de
inventar), os propongo que en cuanto veáis que las quejas ganan terreno
busquéis rápidamente tres cosas que os gusten en ese momento.
Y
hasta aquí mi post dedicado hoy a esas personas que me han incitado a pensar en positivo porque, al final, no todo está tan mal como ellas dicen.
Un
abrazo y como siempre, sed felices.
Comentar los sufrimientos de los duros calores de agosto siempre es un consuelo. feliç estíu
ResponderEliminarMagistral esa referencia a Fernando Fernán Gómez! Me has hecho reír un rato ;D
ResponderEliminarPondré en práctica sin duda eso de las quejas, porque irremediablemente va a hacer que se incline la balanza a lo positivo, al hacer que lo negativo no tenga más peso del que le corresponde.
Escribes con mucha frescura! Me encanta tu blog, llevo un buen rato leyendo entradas ;)