Hay
un dicho gallego que me encanta. “Si llueve que llueva”. Vendría a decir que
aceptes lo que te llegue. Pero yo soy más de la interpretación de “disfruta de
lo que venga”, o sea que no acepto la lluvia sino que suelo disfrutarla.
Y
lo que me llega hoy es el final de mis vacaciones. Así que ahora, haciendo
honor a la sabiduría gallega, voy a disfrutar del día a día.
Voy
a tomar un café con vosotros. Me explico. Hoy no os escribo desde mi portátil,
estoy sentada en una terraza, frente a un café con hielo y garabateando mi
moleskine con mi boli de tinta marrón. En una mesa cercana, están dos
mujeres hablando. Me ha llamado la atención la conversación que tenían, porque
comentaban lo bien que lo pasaron el viernes en el cine. Y se han hecho
promesas de volver a quedar mientras sus maridos cuidan de sus hijos. “tenemos
que aprovechar el tiempo” dice una. Escucho que están hablando de la película
que vieron. Ufff… decepción. Fueron a ver “La bella y la Bestia”. Aunque adoro
el musical de Disney en dibujos animados, la nueva versión no me llama para
nada. Vale, una se ha girado y me ha pillado escuchando, yo hago como que estoy
ocupada escribiendo algo súper importante. No les cuela, desde luego no pasaría
el examen de detective aunque el examinador fuera el “Inspector Gadget”. Bueno vuelven
a hablar. No bajan el tono de voz, pero yo ya desconecto. Uno de mis
pasatiempos favoritos es observar a la gente e inventarles una historia. Y si
no hubieran estado tan cerca, no hablarían de quedar para ir al cine, estarían comentando
lo que harían con el dinero que habrían conseguido atracando un banco. La de la
chaqueta negra de Primark, querría viajar. Empezaría por Bangkok, no porque
conozca la ciudad, sino porque el nombre tiene una sonoridad exótica y
misteriosa. La otra, querría comprar tiempo. Se ha matado a trabajar toda su
vida y ahora quiere pasar tiempo con su familia. Irían a un resort de esos de
lujo de algún lugar del Caribe. Nada demasiado imaginativo, viendo sus bolsos y
sus elecciones cinematográficas. Vale, se levantan para pagar y veo como en
escorzo le echan una ojeada a mi libreta. Me quedo tranquila, mi mala letra me
protege.
Y
cuando voy a irme, me llega un whatsapp, con la noticia de que ha habido un
accidente justo del sitio de donde acabo de volver. Después de asegurarme de
que mis conocidos están bien, ya que éramos unos cuantos los que volvíamos hoy a casa, pienso en la fragilidad de los momentos. Y quizá por eso, nuestra obligación
es disfrutar. Inventando historias, viendo películas malas o huyendo a Bangkok
sólo porque nos gusta como suena. He disfrutado de nuestro café juntos. Sed felices. Y seguid a mi lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario