Mis
musas están de huelga. O de vacaciones. Hace unos días que no vienen a verme
como suelen hacer.
Normalmente
me visitan en sueños. A veces en el duermevela, esa frontera mágica entre las
seis menos diez de la mañana y las seis y trece. Cuando vienen en sueños,
suelen estar felices. Me llevan de la mano a mil sitios y tiempos distintos. Con
ellas he tomado champán helado bajo la nieve del cielo ruso. He visto auroras
boreales y les he silbado una canción para que bailen para mí. Una vez fuimos a
un 4 de Julio a ver los fuegos artificiales desde la orilla de un lago. Y en
otra ocasión fumamos opio en un barrio poco recomendable. Vi América antes de
ser descubierta por Colón. Y vi también como limpiaban la guillotina después de
decapitar a María Antonieta. He visto océanos enfurecidos y he oído como el
canto de las sirenas desviaba a marineros que se dejaban llevar por la magia. Conocí
a la señora que le hacía la colada a Leonardo Da Vinci. Y acaricié a los gatos
de Cleopatra.
Una
vez les pregunté a mis musas por qué no me llevaban a los momentos claves de la
historia. Por qué no podía ver a Napoleón, conocer a Da Vinci y no a su criada.
Ellas se enfadaron conmigo. Y estuvieron un tiempo sin venir. Pero como las
musas aprecian la adoración y yo las adoro me perdonaron y volvieron a
inspirarme. No volvimos a hablar del tema hasta que una tarde tomando café en
el Algonquin de Nueva York me preguntaron. “¿Entiendes ya por qué no conoces a
ningún famoso en tus sueños?”
Yo
no podía mentir a la fuente de mis inspiraciones y negué con la cabeza. Ya está,
pensé. Han vuelto a enfadarse.
“Estás
demasiado contaminada con la realidad para ser capaz de ver la belleza. Los
humanos estáis cegados por la fama. Pero la inspiración viene de los pequeños
gestos. Cuando despiertes Dorothy Parker se sentará en tu misma silla con sus
amigos y charlarán de arte, de literatura y se emborracharán. Hace tiempo que
no la visitamos porque sabemos que no nos necesita. Ella ha encontrado la
inspiración porque sabe mirar al mundo y hacerse las preguntas correctas. Las
musas nos escondemos en los detalles. Los gestos de los humanos. Estamos justo
antes de que estalle la revolución. Visitamos a Cervantes antes de que
escribiera la primera línea del Quijote. Le aconsejamos a Stan Lee que siguiera
soñando en superhéroes. Estábamos allí cuando los dueños de la sopa Campbell
contrataron a Andy Warhol.
Pero
tú no puedes inspirarte en las grandes figuras. Debes beber de la misma fuente
que los inspiró a ellos. Debes contactar con la esencia, con lo cuotidiano.
Mira la taza de café de la mesa vecina y piensa qué decisión estaba tomando esa
señora. O qué fue lo que pensaban en las cocinas de Versalles mientras arriba
había música en el salón de los espejos. Fíjate en los detalles”.
Y
lo intento. Juro que lo intento. Por eso me gusta observar e inventar
historias. Pero las añoro a ellas. Aún no estoy lista para volar sola. Un día
lo haré, pero aún necesito que me cojan de la mano y me guíen por el mundo. Si en
sueños, veis a mis musas, decidles que las echo de menos. Y mandadles
recuerdos. Yo las espero detrás del arco iris.
Os deseo una semana
llena de inspiración y de paseos por la cara oculta de la luna. Sed felices.