lunes, 13 de noviembre de 2017

COSAS QUE HACES UN FIN DE SEMANA LARGO.

Noviembre nos trae el final del buen tiempo. Y con eso los festivales de jazz, el cine, el aroma de castañas por las calles y las infusiones té con canela.
Voy a comentar alguna de las cosas que he visto estos últimos días.
Como una comedia siempre viene bien, me animé a ver el estreno de la nueva película de Berto Romero y Carlo Padial, “Algo muy gordo”. Pero no me reí mucho. Aunque tiene algún gag bueno, y se le nota la intención de comedia un poco distinta, me descolocó bastante. Berto por supuesto está impecable, pero es que mi debilidad por este señor no me deja tener ninguna opinión objetiva. La historia trata del rodaje de una película en “croma”, y puedes sentir la dificultad de los actores que trabajan con ese sistema. Todos los actores que salen son buenos pero siento decir que la película mejora bastante cuando Carlo Padial se retira y coge la historia Berto. Podía haber sido algo muy bueno y divertido, pero no. O quizá no supe entenderla. 
Decepcionadilla por esto, decidí hacer una doble sesión como cuando era pequeña y fui al estreno de “La librería” lo último de Isabel Coixet. Y tampoco me convenció. Empieza con un toque que recuerda un poco el ambiente de “Chocolat”, pueblecito cerrado donde se instala una librería. En el pequeño pueblo están reunidos todos los clichés del mundo. La viuda tímida y valiente, la niña despejada y descarada, el misántropo que en el fondo es una buena persona y vive dentro de los libros, la mala excelentemente vestida e impecablemente interpretada por Patricia Clarkson y el aprovechado vividor, traidor y malísimo de la historia. Abusando de las pausas dramáticas, y con personajes más planos que las extensas llanuras de La Mancha, casi me duermo. Lo siento. Echo de menos a la directora de “Cosas que nunca te dije”. Echo de menos los diálogos buenos que no necesitan frases que parecen sacadas de una taza de Mr. Wonderful.
Y termino hablando de cine con algo que sí recomiendo.
“En cuerpo y alma”. Película búlgara de la directora Ildikó Enyedi. Con una deliciosa y atípica pareja protagonista que se atreve a superar las dificultades y lucha por conseguir la felicidad, que a veces es más sencilla de lo que parece. Un viaje por la soledad, el dolor y el amor. No voy a decir nada más. Hay que verla.

También cabe en mi fin de semana muy cultural algo de música. Dentro de los conciertos del festival Jazz Tardor de Lleida, ayer asistí al de Wallace Roney. Un trompetista y su quinteto que me hizo viajar en el tiempo y el espacio con una gran actuación en el “Café del Teatre”. Hay que mencionar la increíble interpretación del jovencísimo saxo Emilio Modeste, oiremos hablar de este chico.  Es difícil explicar lo que sientes cuando vas a un concierto de jazz y lo disfrutas. Empieza con las primeras notas y vienen las mariposas al estómago, después sin darte cuenta, algunas sintonías rescatan o descubren imágenes que a lo mejor tenías en tu cabeza o a lo mejor tu cabeza acaba de inventarlas para ti. Y lo mejor de todo, cuando los músicos se sueltan y tú te sueltas con la música y en tu mente las imágenes que veías son sustituidas por notas que se transforman en colores, sobre todo en color azul. Es como un gran final. Después la canción suele morir, y te sientes como si llegaras a la orilla después de hacer una gran travesía nadando a mar abierto. Cansada y feliz. 
Otra cosa que me seduce es cuando veo a los músicos salir a escena sin partituras. Con la valentía de empezar un viaje sin mapa y sin reserva de hotel para dormir. Y me viene a la cabeza una frase que me decía un amigo que toca la batería, “ensayar es de cobardes”.

Sé que os esperaríais que pusiera una canción de jazz para cerrar el post, pero también sé que nadie la va a escuchar, así que elijo una canción de una de las películas que vi. Esta semana salid a escena sin partituras y sed valientes, pero sobre todo sed felices.


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