miércoles, 2 de mayo de 2018

DE NOSTALGIAS FALSAS Y DISTOPÍAS REALES.


Acabo de leer que las cabinas telefónicas ya no son obligatorias en las ciudades. Y que corren el riesgo de desaparecer. Y me ha afectado un poco. Aunque no recuerdo la última vez que hablé por un teléfono público y la verdad es que hace siglos que no veo ninguna en la calle, han venido a mi mente un montón de recuerdos.
El primero, cuando fui una “au pair” en Dublín y al salir a pasear llamaba a casa a cobro revertido para oír una voz conocida. Una llamada de cuando mi hermana estaba frente al Duomo de Milán y se acordó de mí porque yo le recitaba el tema cuando estudiaba para la selectividad. Ese gesto involuntario de mirar si había sobrado alguna moneda aunque la llamada ya se había cortado porque el dinero había terminado. He recordado lo que me costó ver una cabina roja típica en Londres, fue el segundo día creo y estaba cerca del Big Ben. Y por supuesto he recordado la cabina con nombre propio, más grande por dentro, azul, nave espacial y máquina del tiempo del “Doctor Who”.
Los tiempos cambian y nosotros con ellos. Y me doy cuenta de lo mayor que soy por la de cambios que he vivido en mi vida. Ahora me parece imposible salir a la calle sin mi móvil. Me parece imposible no entrar en Facebook o ver las fotos de Instagram y descubrir que hacen mis amigos.
E imagino que me encuentro con mi yo de pequeña y le digo, vas a ver cosas increíbles buenas y malas, aprende de todas y no dejes de maravillarte. Porque cuando yo miraba la tele en blanco y negro, lo más parecido a un móvil era el zapatófono del “Agente 86” o los guantes del “Inspector Gadget”.
Casi todo lo que antes era ciencia ficción ahora es realidad. Es más, muchas veces supera la realidad. Y todos nos vamos adaptando a estos cambios casi sin darnos cuenta. Creo que la esperanza de vida ahora es más larga, ya no por la buena alimentación y la mejora de la calidad de vida que tenemos, sino porque en el fondo todos estos avances nos obligan a estar alerta, a no dejar de aprender. Y mientras mantengamos las ganas de aprender seremos eternamente jóvenes.
“Jóvenes” con ataques de nostalgia, como yo al leer que las cabinas de teléfono desaparecerían.
Pero se nos pasará enseguida, es un sentimiento un poco falso ya que no querríamos volver atrás y porque inventarán nuevas cosas que nos dejarán entusiasmados y que aceptaremos como cotidianas al poco tiempo. Aunque eso también sea un arma de doble filo. Quizá sería necesario recordar que no siempre todo ha sido así de “fácil”. Y no dejarnos embriagar por las luces fluorescentes de la pantalla. Porque no todos los cambios son buenos. Y también nos acostumbraremos a estas situaciones sin  protestar demasiado, en nombre de la modernidad.
De hecho en China han decidido tomar ejemplo de la terrorífica serie “Black mirror” y poner un sistema de puntuación al ciudadano. Dando beneficios a los mejor puntuados y sancionando a los que tengan las puntuaciones más bajas. Así, se pretende, dice el gobierno chino, animar al ciudadano a un comportamiento más cívico. Los mejor puntuados podrán alquilar bicis sin dejar depósito, acceder a colas prioritarias en hospitales o Bancos… los peor puntuados no podrán acceder a cama en un tren nocturno, perderán el derecho a la seguridad social, no serán considerados para ningún cargo público o alto puesto en los sectores de alimentación y medicamentos y sus hijos no podrán acceder a las escuelas más caras.
¿No os recuerda mucho al primer episodio de la tercera temporada de la serie?
Aunque este tema se encuentra en fase de desarrollo se prevé que hacia el 2020 sea obligatorio para todos los ciudadanos.
A mí me ha parecido absolutamente terrorífico. Es como el principio de una distopía. Una distopía penosamente real.
Pero hoy es hoy y estoy decidida a centrarme en lo bueno. Y lo bueno es que brilla el sol y que como no tenemos ninguna idea de lo que pasará mañana, lo mejor será imaginar lo maravilloso y pensar que puede hacerse realidad. Os dejo con una canción que ha sacado el siempre optimista Jason Mraz ahora que llega el buen tiempo para que la cantemos a gritos mientras viajamos en coche y que quiere que seamos felices y lo tengamos todo. Así que esta vez Jason y yo os deseamos lo mismo. Sed felices.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...