lunes, 14 de mayo de 2018

EJERCICIO PRÁCTICO DE ESCRITURA


Hace días que tengo a las musas de morros porque no les hago demasiado caso. Y no se me ocurren temas para escribir. Así que propongo un juego. Coge el libro que tengas a tu lado o el que tengas más a mano. Abre una página al azar y lee la frase. Escribe sobre eso.  Si no quieres escribir, habla sobre lo que has leído. Sin trampas.
“Con Himmler no era necesario mantener conversación: siempre era él quien hablaba.”
El libro es “La cocinera de Himmler” y a pesar de su buena crítica, lleva un tiempo cogiendo polvo en mi mesilla de noche. No digo que sea malo, es sólo que a veces, hay momentos adecuados para leer libros y yo no encuentro el momento para leer este.
Parece que a Himmler le gustaba escucharse. A mí me encanta escuchar. Y guardar cada detalle de las conversaciones que mantengo para ir catalogando a la gente. En mi cabeza hay un extenso bloc donde voy apuntando cosas de mi interlocutor, como por ejemplo, ha utilizado palabras que me halagan gratuitamente y no nos conocemos tanto. Desvía la mirada cuando habla de su novio. Ha levantado un poco la ceja izquierda cuando nos han presentado, desconfía de mí. O bien, ha abierto mucho los ojos, quiere caerme bien. Dice que es el mejor en muchas cosas. Es una persona insegura. Sólo habla de su familia. Cuando le he preguntado cómo está me ha respondido con una conferencia de lo bien que le van las cosas, aunque no me ha preguntado cómo estoy yo. Ha alabado mi blog la segunda vez que hemos hablado, alguien le ha aconsejado que lo haga para caerme bien. O simplemente, me ignora, parece que me escucha pero en el fondo está pensando en otra cosa. Me corta a mitad de una frase, no me pregunta nada, da por supuesto cosas, juzga el precio de mis zapatos…
Siempre he creído que la gente es muy sincera, lo que pasa es que no sabemos leer lo que nos cuentan. No estamos acostumbrados a prestar atención a las palabras que nos dicen, a los gestos que hacen, hacia donde va su mirada al hablar de según qué temas. Es por eso que a veces la gente nos engaña. Pero la verdad es que nos dejamos engañar. Es nuestra culpa.
Todo eso viene porque  acabo de leer que Himmler hablaba mucho de sí mismo. Creo que la gente que habla mucho de sí misma, es gente fácil de manejar. Pero resultan también los más peligrosos. No suelen tener demasiada empatía, son poco tolerantes y acostumbran a ser un poco excesivos: o conmigo o contra mí. Este señor, aprobó un decreto según el cual en 1937 se podía encarcelar a cualquiera que se considerara enemigo de la sociedad. De “su” sociedad. No sé de qué me suena. Es como si ahora haces un tweet en contra de los “innombrables”. Pues me estoy dando cuenta que estamos a un paso de una sociedad muy, muy limitada y de vivir en el universo de Harry Potter.
Pero no nos desviemos. Al leer la frase había pensado escribir algo sobre la naturaleza humana. Sobre cómo nos presentamos ante los demás. Pero como siempre me he perdido por el camino.
Me he dado cuenta que sólo he destacado las cosas negativas que veo en los demás. Cualquier psicólogo diría que estoy a la defensiva. Yo lo llamo instinto de supervivencia.
Pero no voy a hablar de Himmler ni de su cocinera, quien me parece mucho más interesante y voy a hablar de los detalles positivos que veo en mis conversaciones y relaciones con la gente.
Olvidarse del reloj, poner el móvil modo avión (sólo lo hago con contadas personas o cuando tengo poca batería, lo siento). Relajarte tanto que ni te das cuenta que se ha hecho de noche. Comentar cosas sobre cine, sobre canciones o sobre momentos. Empezar hablando del tiempo y acabar descubriendo tesoros templarios o descifrando códigos extraterrestres, lo que quiero decir es que adoro esas conversaciones que son como un viaje sin destino, sabes cómo empiezan y nunca donde terminan. Es ahí, donde me suavizo y se me olvida catalogar a la gente. Donde no me importa la hora, donde me salto la hora de cenar y donde me da pena despedirme. Imagino que las conversaciones son ese paraíso al alcance de todos, pero que pocos ven. Se está perdiendo el arte de la conversación. Porque en el fondo hablamos demasiado de nosotros mismos.
Me ha encantado este ejercicio de escritura. Me ha encantado perderme por el camino. Y no llegar a ninguna parte, eso sí, disfrutando del paisaje. Espero que a vosotros también.
Os dejo con una canción que me gusta. Frank y Ella dicen que “La chica es una zorra”. Gran versión.
Hasta la próxima semana. Sed felices.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...