Siempre
he pensado que la creatividad era algo inherente al ser humano. Igual que la
maldad o la bondad. Pero ayer, estaba conduciendo y escuchando “Fallo de
sistema” en Radio 3, y tuvieron el detalle de hacerme dudar. Sólo un instante, pero se agradece. El tema era: “¿Son
las máquinas creativas?” No hablamos de la Inteligencia Artificial, hecha siempre por humanos a base de algoritmos que te programan para hacer algo.
Hablamos de creatividad, de la capacidad de una máquina de “decidir” hacer algo.
Aunque el señor que hablaba, estaba más que titulado y cualificado para el
tema, a mi no me acabó de convencer. Dicho con toda la humildad posible. La
verdad es que aunque acepto que los animales sí pueden tener cierta
creatividad, como unos cuervos que doblaron un alambre para hacer un gancho y
coger comida, según un experimento que relataron ayer, para mí la creatividad
no humana llega hasta aquí. Utilizar tu cabeza para conseguir algo. Bien por
los cuervos. Bien por los primates que aprenden el lenguaje de los signos. Bien
por las máquinas que te ganan al ajedrez. Pero la creatividad, entendida como la
imaginación de algo bello, a veces inútil en el sentido práctico, o algo que te
haga estremecer… ahí, ya me muestro más reticente. Creo que ser creativo va
unido a la sensibilidad, a los sueños, a la necesidad de ser inmortal. Cuando me
hablan de creatividad no distingo entre tecnología o arte. Aunque sí sé que
es distinto crear un Iphone a pintar un cuadro. Pero incluso la idea del
Iphone, que desarrollaron técnicos e ingenieros, fue imaginada por un soñador.
¿Dónde quedan los cuadros, las canciones, los libros, las fotografías o los
edificios que te hacen palpitar? Creo que el “toque humano” siempre será
necesario. Naturalmente seguiremos con la mente abierta y a la espera de que
alguna máquina se ponga creativa, aunque el día que lo haga, estamos perdidos.
Y
para que entendáis mejor lo que digo, os voy a nombrar unas cuantas cosas creadas
por los humanos.
La
primera, un cuadro que me conmueve: “El nacimiento de Venus” de Sandro
Boticelli. Creo que esta imagen forma parte de nuestra cultura colectiva, pero
si no lo conocéis porque vivís en Marte o porque sois fieles espectadores de
Tele 5, googleadlo.
La
segunda una novela corta de Somerset Maugham: “La luna y seis peniques”, sobre
la vida del pintor Paul Gauguin, aunque en la historia, el personaje se llame
Strickland.
La
tercera el templo gótico Sainte Chapelle de París. No os lo puedo describir,
hay que verlo y sentirlo.
Y
la última, una pieza musical de “Los miserables”, se trata del inicio de la
revolución, “Do you hear the people sing?”, basada en la novela de Victor Hugo,
y con la música compuesta por Claude-Michel Schönberg, cuando la escucho puedo
sentir desde la ilusión por un mundo mejor, al fracaso que viene después.
Naturalmente os dejo con esta canción, es una versión cortita, para que os
animéis a escucharla, no seáis cerrados porque sea un musical. Hasta pronto, sed creativos y
sobretodo sed felices.
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