lunes, 12 de junio de 2017

PEQUEÑOS RITUALES

Pequeños rituales. Seguro que tenéis alguno. No quiero decir apagar y encender las luces de una habitación cinco veces seguidas para ahuyentar a los malos espíritus. Quiero decir cosillas cotidianas. Como sacudir un par de veces el azúcar antes de echarlo al café o mover la cabeza para acomodarla a la almohada cuando vas a dormir. Diréis que son simples e inofensivas costumbres. Pero no es así. Son pequeñas señales que nos identifican y quedan grabadas en los demás. Cuando desaparecemos, esos insignificantes gestos se quedan en las mentes de los otros. Y a veces al ver a alguien hacer lo mismo, se acuerdan de nosotros. Hoy hablo de esto porque mientras estaba tomando café, un abuelo y su nieto estaban desayunando a mi lado. El abuelo veía al niño comer su croissant de chocolate y se reía. Yo mientras hacía como que mandaba mensajes en el móvil iba escuchando la escena. El abuelo le dice al chico “Biel, tu abuela hacía lo mismo que tú, cuando comía algo que le gustaba cerraba los ojos”. Me ha parecido una conversación tan íntima, que me ha dado un poco de vergüenza inmiscuirme. Pero ya era tarde, el abuelo se ha dado cuenta que yo escuchaba y le he sonreído, me ha devuelto la sonrisa imagino que por educación.
Esto me ha hecho pensar en qué gestos o costumbres de mí, quedarán grabadas en los demás. Anteayer me dijeron que alguien había comentado que no había que fiarse de la rubia (esa soy yo), que parecía que estaba tomando un café tranquilamente pero que analizaba todo lo que pasaba a mi alrededor. Sí  Sr. Juanjo, suelo hacerlo. Aunque no creo que sea un rasgo malo. Creo que forma parte de querer escribir. Estudias detalles, espías conversaciones y coleccionas miradas, después toda esa información se cuela consciente o inconscientemente en la construcción de tus personajes de ficción. Aunque también debo decir que tengo días y días. A veces podría estar sentada al lado de Donald Trump y yo le inventaría una historia de un señor que se ha escapado un rato a tomar una cerveza para evitar ir a la compra con su señora. Y no me daría cuenta de que es él. Sí, a parte de cotillear, suelo inventar historias para la gente que está a mi alrededor. Cuanto más raras mejor. 
Os confesaré un pequeño ritual que tengo cuando conduzco. A veces pienso en alguien y pongo el aleatorio de canciones para ver cual le sale, por si hay algún tipo de relación, por si le gustaría o no. Con mi selección musical pueden salir cosas muy bizarras.

Tengo otros rituales, pero eso ya se queda entre mis conocidos y yo. Ayer al subir al coche, puse el aleatorio y dije mi nombre. Me salió esta canción. No es que me entusiasme tanto como antes, pero me hizo viajar a un verano del pasado. Guardaos del calor. Y como siempre, sed felices.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...