Empecé
a ir a la biblioteca de muy pequeña. A la municipal. Situada entonces en la
segunda planta del Ayuntamiento de mi pequeña ciudad de provincias. Recuerdo cuando
me hice el carnet y me dijeron que podía llevarme los libros a casa. Vaya
sorpresa. Creo que mis primeros fueron un Astérix y un libro de cuentos de
Perrault o puede que de los hermanos Grimm. Me sigue gustando Astérix y me siguen gustando los cuentos.
No
puedo describir la sensación de tener todo aquel poder a mi alrededor. Eran
pequeñas ventanas a todo el mundo y a todos los tiempos. Y el aroma. El olor de
los libros siempre ha sido mi perfume favorito. Aunque estaba y está
prohibidísimo escribir en los libros, alguno de mis mejores recuerdos es estar
leyendo una novela y ver subrayada alguna frase de algún lector anterior a mí. Y
si la frase también me conmovía era como si hubiera estrechado un vínculo con
esa persona anónima. Recuerdo quedarme leyendo hasta que cerraban. Recuerdo cuando
en tiempo de exámenes me miraba las estanterías de novela que tenía aplazadas hasta terminar y pensaba: sólo una semana más y ya puedo volver a leer. Casi nunca lo cumplía
y por la noche antes de irme a dormir cogía una historia y leía, aún lo hago, una página de ficción.
Para que me acompañe y me guíe los sueños.
De
mi afición a las bibliotecas vino mi amor por las viejas librerías. Me encantan
los libros de segunda mano. Siempre creo que tienen, a parte de la historia que
te están contando, los sentimientos de las otras personas que los leyeron antes
que tú.
Creo
firmemente que las bibliotecas deberían estar abiertas las 24 horas del día. Me
imagino en las noches de insomnio, sobre todo en verano, vistiéndome y cruzando
el río, yendo a la biblioteca que ahora está enfrente de mi casa. Encontrar
allí otras almas insomnes y silenciosas que buscan billetes para viajar.
Es
el poder de las palabras. Que cuando están bien ordenadas pueden hacerte sentir
lo inimaginable. Que pueden ponerte en contacto con sentimientos que no sabías que tenías. O pueden descubrirte almas gemelas que leen las historias igual que tú.
Leed,
viajad en el tiempo y en el espacio, disfrutad de las historias y sentid lo que
sintieron otros. Y naturalmente, sed felices.
Hace
poco volví a ver un episodio de la serie “Friends” donde hablaban de una “Freebie
list”. Os explico, en una pareja monógama y feliz existe la posibilidad de un
escape, de un descanso, si es que lo necesitas, una forma de "carta blanca" a través de una lista
con cuatro o cinco nombres. Si los nombres están en la lista, tienes la
oportunidad de tener sexo con ellos y tu pareja no puede reclamarte nada.
También
en una película de 1985 “Insignificance” sobre un encuentro entre Albert
Einstein y Marilyn Monroe, se hablaba de este tipo de lista. Ella había incluido
al genio. Y luego se dio cuenta de que era muy mayor. Al darse cuenta de su edad él le pregunta “¿Me borraste?” ella
le responde “Te puse el primero, podías morir antes”. Casi no recuerdo la
película pero he comentado varias veces la escena.
Creo
en la monogamia. Aunque no sea para toda la vida. Pero creo que si encuentras a
alguien a quien quieres y tienes la inmensa suerte de ser correspondido, ni se
me ocurriría poner los cuernos. Pero como cada relación es un mundo, no voy a
entrar en estas cosas.
La
semana pasada tuve una conversación sobre “La lista” con unos amigos. Para mí, habría
que pactar unas normas.
La
primera es que todos los nombres de la lista deberían ser aceptados por tu
pareja.
La
segunda es que deben ser celebridades, de cualquier ámbito, aunque dudo que
alguien ponga a Mariano Rajoy pero eso nunca se sabe que su público tendrá,
digo yo.
Otra
norma es que la relación con la celebridad no puede repetirse. Puedes acostarte
con Scarlett Johansson. Varias veces. Pero el mismo día. Y debes prometer que
nunca más mantendrás contacto con ella. Aunque estoy imaginando al superhéroe
que le diga que no a Scarlett diciendo, mi señora me espera para cenar.
A
la segunda ronda de cañas, ya estábamos dando nombres. Tengo una amiga que
tiene debilidad por los cantantes asiduos al Primavera Sound y festivales
similares. No recuerdo su primer nombre pero sí recuerdo el fervor con el que
incluyó a Damon Albarn de Blur en su tarjeta imaginaria. Con otra coincidimos sólo en el primer nombre. Y como imagino que alguno tendrá
curiosidad, voy con mi lista. Naturalmente el primero sería John Hamm. Y además
debería encenderme los cigarrillos con la misma elegancia que Don Draper.
Esa
seguridad con la que entra en una habitación y cuando mira a alguien la
convierte en la persona más importante del mundo me puede.
El
segundo puesto sería para Colin Firth. Con gafas. A lo Kingsman. Creo que no
hacen falta más explicaciones. A todas nos convence Colin Firth.
Para
el tercero cambio de registro. La testosterona rubia de de Chris Hemsworth.
¿Qué sería una lista sin un dios?
El
cuarto sigo con la testosterona y elijo a Jason Statham. Creo que a nadie le hace falta
explicar el por qué. Seguid su cuenta de Instagram.
Y
el quinto y no menos importante, con un look totalmente distinto Idris Elba.
Elegante a la par que poderoso.
Naturalmente
hay nombres que quedarían totalmente excluidos como Ethan Hawke, Ewan MacGregor
o Tom Hiddleston. ¿Por qué? Porque ya estoy demasiado enamorada de ellos como
para acercarme más.
Queda
en suspenso el qué contestarían dichas celebridades a las propuestas indecentes
de las groupies que se les acercan. Seguramente yo necesitaría un mes de
psicoterapia antes de acercarme a un famoso para pedirle fuego, imaginaos para
llevarlo a la cama. Pero ya quemaremos ese puente cuando lleguemos a él.
Con
mi suerte, me pasaría como a Ross, que encuentra a Isabella Rossellini cuando ya
la ha quitado de la lista. Os dejo la
escena para que os riais. Y vuelvo otro día con un post menos frívolo. Lo
prometo. Amad mucho y sed felices.
Hay
cosas que casan bien. Por ejemplo el café y las mañanas, el jazz y el vino
tinto y naturalmente el cine y el mar. Es por eso quizá que disfruto mucho del “Festival
de cinema fantàstic de Sitges” que este año cumplía su 50 aniversario. Y esperemos que cumpla muchos más.
Tengo
para vosotros algunas recomendaciones y algunas advertencias. Ante todo no hay que dormirse a la hora de comprar entradas o terminaras viendo lo que encuentres y
será como una ruleta rusa cinematográfica. Dentro de la ruleta que me tocó vivir; dos películas,
la primera: “Housewife” del turco Can Everol. Este señor, arropado por las
actrices principales y su madre desde el patio de butacas contaba ya con unos
fans de esos que le conocen por su película anterior. Yo no lo conocía de nada,
pero al ser una novata y espectadora amateur tampoco me preocupé. La película
cumplía con las dosis de sangre que esperaba el público y empezó bien, pero
después ya me perdí en el mundo onírico de ese señor e iba mirando las
reacciones de la mamá que estaba entre orgullosa y preguntándose “¿De dónde le
viene tanto trauma a mi niño?. Si la véis es bajo vuestra responsabilidad. Pero los fans parecían medio contentos.
La
segunda en la ruleta rusa: “Real” del coreano Sa-Rang Lee. A quien tampoco
conozco, para que nos vamos a engañar. Esta historia me dejó con ganas de ir a
ver un Marvel y así al menos ya sabes a lo que vas. También pensé si es esa la razón por la que quiere bombardear Donald Trump Corea, pero luego vi que no era la misma. La primera escena me encantó. Prometía. Y eso es
todo. Porque a partir de esa escena, la película fue desarrollada y terminada según mis
agudas deducciones por las señoras de la limpieza del director a quien les
deben encantar los desnudos muy sexis (eso sí) y los brownies de Marihuana para merendar.
Porque no entendí nada. Nadie lo hizo. Hubo pocos aplausos y muchos bostezos. Se
dice que es la peor película de la historia del cine coreano en diez años, cosa
que me hace pensar ¿Qué película peor que ésta filmaron diez años atrás? Mejor
no saberlo.
Pero
lo bueno de ir a ver pelis a ciegas es que te encuentras también buenas
sorpresas. Por ejemplo “Love and other cults” de Eiji Uchida, donde la falta de
sangre se compensa con violencia muy explícita, pero diremos en su favor que también sabe combinar bien el humor, el amor y la supervivencia
del ser humano. Tiene una frase tan buena que me quedó grabada en la mente “En
Tokio cada día se pierde un alma, pero también cada día puede salvarse otra”.
¿No es eso un buen resumen de la vida misma?
La
otra sorpresa de la que no voy a decir mucho es “What happened to Monday?” de
Tommy Wircola. Futura sociedad distópica con un control de natalidad muy
especial. La gran interpretación de la actriz Noomi Rapace y la historia
hacen que pases dos horas en un abrir y cerrar de ojos. Eso sí, más acción que
diálogo. Cosa que va bien cuando el señor de delante mio ha decidido creparse el pelo para que yo no pueda leer los subtítulos.
Para
el final me guardo mi joya de la corona. “Loving Vincent” de Dorota Kobiela y
Hugh Welchman; a partir de la muerte del pintor Van Gogh conocemos un poco más
su vida. Es una película de ritmo calmado que no lenta, donde la gracia también está
en que fue rodada por actores pero pintada encima artesanalmente y fotograma a fotograma por 100
pintores durante 4 años. Y puedes ver los cuadros de Vincent Van Gogh cobrando vida.
Si con esto no te convenzo, ve por la bondad, por la tristeza, por la belleza,
por la alegría del color y porque yo te la recomiendo y con eso ya no deberías
dudar. Al fin y al cabo te he salvado de “Real”.
El sábado por la mañana antes de empezar la película le dieron el premio honorífico a Tony Isbert. Nieto de Pepe Isbert e hijo de María Isbert. El señor dijo estar agradecido y sorprendido, había estado en el festival desde siempre y fue emocionante verlo emocionado. Sus papeles de joven de galán y de mayor de malísimo de la historia, son un referente del teatro, el cine y la televisión. Me quedo con su frase "He sido un aspirante al bueno y un meritorio del malo".
Para
resumir un poco diré que hubo algo en común en alguna de las películas que vi
en Sitges. A más de un personaje interpretado por el mismo actor o actriz y
como conoces a una persona a través de lo que la gente te cuenta de él. Eso me
hace reflexionar un poco y preguntarme sobre quién somos en realidad o quién
creemos ser. Si interrogo a algún amigo sobre ti ¿Qué va a contarme? ¿Sabemos cómo
nos perciben los demás? Y en caso que sí, ¿nos gusta? Me atrae tanto el tema
que puede que le dedique un post más adelante. Con trabajo de campo incluido.
Mientras
tanto, me despido de vosotros con un consejo. Id al cine. Solos o acompañados.
De buen o de mal humor, de día o de noche. Disfrutad de las mil historias y
viajes que os va a regalar la gran pantalla. Y sobre todo sed felices.
“Be
clearly aware of the stars and infinity on high. Then life seems almost
enchanted after all.” ―Vincent van
Gogh
Los miércoles hay que hacer
algo que te encante para subir un poco el ánimo. Así que voy a ignorar la
realidad que me rodea y a escribir un poco de ficción que le he ido pillando el
gustillo.
“Sitges 2017.
Marcos se ata el pañuelo al
cuello. Seda italiana. Color azul. ¿Qué tendrá el color azul que te transmite
esta especie de calma y buen humor?
Su cita es a las 7 de la
tarde. Pero naturalmente llega antes. Cruza la terraza del hotel modernista con
paso seguro, todo lo seguro que podía ser con el bastón y sus setenta años a la
espalda. Ve distintas mesas bajas con sillones de mimbre. Y busca al encargado.
-Buenas tardes. Tengo
una cita importante y quiero la mesa con vistas al mar. Espero que no aparque
ningún coche delante. Sería un inconveniente. Vamos a tomar unos gintonics y
luego queremos cenar. Pero como no me fio del tiempo quiero que me arregle una
mesa para 3 o 4 dentro.
-No sé si podré,
estamos en agosto y todo está lleno. ¿No tiene reserva?
Marcos mira al encargado
como si le hubiera pedido algo ridículo. Le pondría la misma cara si el
encargado le hubiera dicho “voy a quitarme los pantalones y a bailar algo”
El silencio dura unos
segundos que se alargan incómodamente. Como esas panties que te compras una
talla mayor para asegurarte de no romperlas y después resulta que te quedan
debajo de las tetas. El encargado ve como una de las clientas de la terraza
sigue con mal disimulo la conversación. Y Marcos sigue mirando inmóvil.
Impasible.
-Lo tendrá todo
preparado. ¿A qué nombre debo preparar la mesa?
-Marcos.
-Perfecto don Marcos.
-Marcos. Sólo Marcos.
-Puede esperar en su
mesa de la terraza Marcos.
El encargado intenta no
secarse la gota de sudor que resbala por su frente y entra al restaurante.
Marcos se sienta en su mesa y mira el mar. Pasan menos de dos minutos hasta que
llegan sus invitadas. Las dos mujeres bajan del tren turístico sin pizca de vergüenza
y con toda la dignidad del mundo. Una va vestida de lino blanco, es alta y
delgada. Su bronceado va a tono con las joyas de oro que luce. Cadenas,
pulseras y anillos tintinean llamando a las hadas hasta llegar a la mesa. La
otra un poco mayor, con una blusa tan cara como floreada camina con más
dificultad. Su peinado es un poco anticuado. Y camina imperceptiblemente medio
paso detrás de su amiga.
Marcos se levanta y saluda a
las dos. Se quita el sombrero y las besa en la mejilla, ofreciendo la silla a
su lado a la bronceada Venus de la tercera edad. Ella como si no se diera
cuenta del ofrecimiento se sienta enfrente. Y deja a su amiga la silla al lado
de su anfitrión.
La clienta indiscreta rubia,
sigue mirando, sin pizca de disimulo, la escena. Marcos lo nota y le sonríe. Pero
sigue en su papel de maestro de ceremonias. Saca dos bolsas de la nada y se las
da. Una para cada una.
-Es sólo un
detallito. Para endulzar nuestro reencuentro. Toma Silvia.
-Gracias.
-Y toma Lisa.
La cara de Lisa se ilumina. Si
tuviera que comparar la mirada de ilusión de Lisa sería difícil. No es como un
niño recibiendo un regalo esperado. No. Es más bien como alguien recibiendo una
buena noticia. Es más bien como alguien que ha dejado de ser invisible de
repente. Silvia saca la caja de bombones de la bolsa. Godiva. La vuelve a
meter.
-¡Unos Godiva,
Marcos! No tenías que haberte molestado.
-Es un placer veros
sonreír. Lo mejor para mis mejores amigas.
Y le guiña un ojo a la
clienta que ha pedido una segunda copa de vino e intenta hacer como que lee,
pero en realidad está siguiendo la historia con interés.
Marcos se arregla sus
pulseras. Y Silvia las mira con cierto desprecio. Es un poco esperpéntico que
un señor de edad vaya con pulseras hippies de cuero e hilo. Por mucho traje
blanco que lleve, siempre seguirá siendo un pringado.
Llegan los cócteles dos
gintonic y un vodkatonic para Silvia.
Hablan durante largo rato. Y
se oyen frases sueltas como, “que mayores somos”, “¿recuerdas el verano en Ibiza?”
“¿Estáis en contacto con la vieja pandilla?”…
La conversación fluye hasta
que va languideciendo. Marcos mira el cielo. Un avión pasa iluminado por los
últimos rayos de sol de la tarde.
-Creo que la
esperanza se parece a esto.
-¿A qué?
-A un avión iluminado
por los rayos de sol que nosotros ya no tenemos. El sol se ha puesto, pero como el avión está más alto nos hace dar cuenta de que el sol aún está aquí.
-Muy bonito. ¿Sigues escribiendo?
-Ya hace años que no.
Mi negocio me deja poco tiempo. Pero siempre tengo un instante al día en el que
la belleza me sorprende. Entonces echo de menos mi máquina de escribir.
-¿Negocio? Nunca supe
que fueras empresario. Lisa ¿Tú lo sabías?
-Primera noticia. ¿A
qué has dedicado tu vida Marcos?
-Más que negocio me
describiría como autónomo. Aunque me va bastante bien. Sigo trabajando claro. No
por el dinero, sino por el qué haces cuando te levantas. Me gusta lo que hago. Me
da cierta paz.
-Bueno y ¿Qué haces?
-Oh, que modales.
Bueno, no es algo que vaya diciendo por ahí pero sois mis amigas de siempre.
Soy sicario. Elimino problemas. Sería como una empresa de limpieza.
El silencio dura un poco
más. La clienta que ha seguido la conversación palabra por palabra se termina
la copa de vino y pide un vodka. Silvia se pone a reír. Lisa mira a los ojos de
Marcos y sabe que no miente.
-Silvia, siempre has
pensado que yo era un poco apocado. ¿Me equivoco? Y siempre has sabido que
estaba un poco enamorado de ti ¿verdad? Fuiste un poco cruel de joven. Pero ya
te he perdonado. El tiempo suaviza las cosas.
-¿Qué dices? ¿Enamorado
de mí? Siempre he pensado que jugabas en otra liga. De hecho lo último que sé
es que vas con un hombre muy atractivo a todos lados.
-Oh, es mi fisio.
También es mi jardinero, mi chofer y por supuesto mi amante. No soy gay. O no
lo era. Pero a veces el amor lo encuentras así, donde no te esperas.
El encargado se acerca y les
avisa que la mesa está preparada. Se levantan y entran al restaurante. Seremos
cuatro. Esperaremos a mi amigo.
-Por supuesto Marcos.
Llega el amigo y es
presentado a las dos mujeres. Enseguida congenia con Lisa a quien le encanta la
jardinería.
-Claro, Lisa puede
dedicarse a eso porque nunca ha tenido que trabajar. Sus padres la dejaron
forrada. Y los negocios van solos.
-No te quejes Silvia,
tú hiciste un buen negocio con tu matrimonio. Y ahora que tu marido ha muerto. Te
quedas con todo.
-Bueno, la verdad es
que de eso quería hablar.
Las dos mujeres miran a
Marcos con curiosidad.
-Siento que hayas
enviudado. Aunque no nos engañemos. Seguro que piensas que unos años antes todo
hubiera sido mejor. Con tu marido al final fue un infierno. No pongas esa cara.
Lo sé perfectamente. Siempre estudio a mis clientes antes de aceptar un caso.
Silvia empieza a toser.
-¿Qué dices Marcos?
-Oh, tú eres el
objetivo. Mira al final nos vemos en una cena de trabajo. Estoy seguro que esperabas una torpe declaración de amor. No, no grites. Puede
que aún tengas una oportunidad. La herencia no será para ti. Será para la
amante de tu marido y sus hijos. Vamos. Sé que lo sabías. Pero te tengo cariño
y he pensado mucho lo de tu muerte. No mires los bombones. No están
envenenados. En cambio el Vodkatonic sí lo estaba. Fue un riesgo menor. Sabía que
Lisa pediría lo mismo que yo. Sabía que tú pedirías algo distinto. Por eso es
tu bebida la envenenada. De hecho envenené la botella de vodka más caro. Creí
que una clienta iba a morir también. Se ha pedido un vodka mientras estaba en
la terraza. Pero he visto sus zapatos y eran muy baratos. Entonces he visto que
se salvaría. Nadie pide un Diva Premium. No te preocupes. No es instantáneo. Te voy
a dar dos opciones. Una incluye el antídoto. En la otra nos despedimos para
siempre. No suelo hacer esto con nadie. No es profesional. Pero una vez te
quise. Y nadie olvida el primer desamor. Vamos a negociar.
Silvia está llorando y
asiente callada. Lisa pide otra botella de vino. Al final la noche ha sido divertida y diferente. Siente cierta liberación y tiene ganas de coquetear con el chofer, que le hace caso y más desde que sabe que está forrada.
-¿Vamos a la terraza?
Creo que ellos tienen negocios que tratar.
Y salen del brazo. El chófer
le sonríe. Esta mujer es un encanto. Y tiene la moral flexible. Creo que éste
es el principio de algo grande. Y muy conveniente.
He
pensado mucho sobre si hoy debía publicar mi post o no. Antes del 1 de Octubre
tenía pensado un post optimista y divertido. Pero después de lo acontecido
ayer, quiero escribir en rosa pero me sale negro, como dijo Marisa Paredes una
vez. Me siento triste. Ese sentimiento a veces necesario para limpiar un poco
tu alma, hoy se muestra como un arma de doble filo. Corro el peligro de que la
tristeza me trague y me deje hundida en pozos profundos.
No
voy a hablar sobre la validez legal del referéndum de ayer. Bastante se ha
dicho ya. Pero si alguien tiene las narices de justificar el acto violento,
sinceramente lo desprecio. Estoy harta del odio. No sé cómo, pertenezco a
variopintos grupos de whatsapp. En estos grupos hay gente de distintas
ideologías y territorios. Y durante el mes de septiembre he hecho esfuerzos
sobrehumanos para no salir de ellos. Porque la voz de unos no es la voz de
todos. Porque lucho por creer en el ser humano. Pero cada vez me cuesta más. Un
día la semana pasada al despertar, vi la luz led verde que me avisaba de mensajes
entrantes. Al abrirlos, no me encontré el esperado “Bon dia” que tengo la
suerte de recibir a menudo. Dos mensajes de grupos distintos. En uno “Votarem”,
con un texto bastante agresivo que dejaba a los que no pensaban que Cataluña
debía independizarse, al nivel de facha votante del PP. El otro, una foto de la
Sagrada Família de Gaudi, con el título “Fiesta de la Porra” el 1 y 2 de octubre
en Cataluña. Con la actuación estelar de la Guardia Civil y puede que el
ejército de España. Así estamos. El odio de la gente. Si el referéndum no es
válido, ¿a santo de qué la violencia de ayer?
Nunca
he creído en las fronteras. He dejado de creer en la política desde que se
dedica a utilizar al ciudadano como arma arrojadiza. Los abuelos que ayer
acudieron a las urnas, se vieron golpeados no sólo en la cabeza, también en sus
ilusiones. Los jóvenes que no han vivido nunca una represión tal, están
sorprendidos y enfadados con el mundo.
El
acto de ayer, represivo en plan “La maté porque era mía” habla mal de la
relación que tenemos con España. He oído a la gente decir barbaridades que no
esperaba.
Nunca
he soportado las historias de “lo que pudiera haber sido y no fue”. Y ayer
debería haber sido una fiesta. Mostrando la voluntad de un pueblo. Haciendo que
los políticos se sentaran a hablar. Pero no ha sido así. Lo de ayer fue una vergüenza.
Absoluta. Imperdonable. Casi diría que irreparable. Y no dividió al mundo entre
independentistas y no independentistas. Dividió al mundo entre los que
justifican la violencia y los que no. Entre agresores y agredidos.
Imagino
que poca gente leerá este post. La gente está herida. Pero yo seguiré
intentando creer en las personas. Aunque cada vez me cueste más. Y seguiré
defendiendo el derecho a expresar tus ideas, aunque no sean las mías. Sed
felices. Necesitamos ser felices.