He
pensado mucho sobre si hoy debía publicar mi post o no. Antes del 1 de Octubre
tenía pensado un post optimista y divertido. Pero después de lo acontecido
ayer, quiero escribir en rosa pero me sale negro, como dijo Marisa Paredes una
vez. Me siento triste. Ese sentimiento a veces necesario para limpiar un poco
tu alma, hoy se muestra como un arma de doble filo. Corro el peligro de que la
tristeza me trague y me deje hundida en pozos profundos.
No
voy a hablar sobre la validez legal del referéndum de ayer. Bastante se ha
dicho ya. Pero si alguien tiene las narices de justificar el acto violento,
sinceramente lo desprecio. Estoy harta del odio. No sé cómo, pertenezco a
variopintos grupos de whatsapp. En estos grupos hay gente de distintas
ideologías y territorios. Y durante el mes de septiembre he hecho esfuerzos
sobrehumanos para no salir de ellos. Porque la voz de unos no es la voz de
todos. Porque lucho por creer en el ser humano. Pero cada vez me cuesta más. Un
día la semana pasada al despertar, vi la luz led verde que me avisaba de mensajes
entrantes. Al abrirlos, no me encontré el esperado “Bon dia” que tengo la
suerte de recibir a menudo. Dos mensajes de grupos distintos. En uno “Votarem”,
con un texto bastante agresivo que dejaba a los que no pensaban que Cataluña
debía independizarse, al nivel de facha votante del PP. El otro, una foto de la
Sagrada Família de Gaudi, con el título “Fiesta de la Porra” el 1 y 2 de octubre
en Cataluña. Con la actuación estelar de la Guardia Civil y puede que el
ejército de España. Así estamos. El odio de la gente. Si el referéndum no es
válido, ¿a santo de qué la violencia de ayer?
Nunca
he creído en las fronteras. He dejado de creer en la política desde que se
dedica a utilizar al ciudadano como arma arrojadiza. Los abuelos que ayer
acudieron a las urnas, se vieron golpeados no sólo en la cabeza, también en sus
ilusiones. Los jóvenes que no han vivido nunca una represión tal, están
sorprendidos y enfadados con el mundo.
El
acto de ayer, represivo en plan “La maté porque era mía” habla mal de la
relación que tenemos con España. He oído a la gente decir barbaridades que no
esperaba.
Nunca
he soportado las historias de “lo que pudiera haber sido y no fue”. Y ayer
debería haber sido una fiesta. Mostrando la voluntad de un pueblo. Haciendo que
los políticos se sentaran a hablar. Pero no ha sido así. Lo de ayer fue una vergüenza.
Absoluta. Imperdonable. Casi diría que irreparable. Y no dividió al mundo entre
independentistas y no independentistas. Dividió al mundo entre los que
justifican la violencia y los que no. Entre agresores y agredidos.
Imagino
que poca gente leerá este post. La gente está herida. Pero yo seguiré
intentando creer en las personas. Aunque cada vez me cueste más. Y seguiré
defendiendo el derecho a expresar tus ideas, aunque no sean las mías. Sed
felices. Necesitamos ser felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario