El domingo vi la película “La
forma del agua” y me gustó mucho, pero debo agradecerle algo más que la
historia en sí. Me reunió con un señor a quien conocí en mi tierna
adolescencia. Recuerdo la presentación del programa “La calle 42” cuando Josep
María Pou dijo: “Hoy vamos a hablar de Harry Warren” y Concha Barral le
contestó: “Harry ¿Qué?”. “Sí, es más conocido por ese nombre”.
De él, el escritor William
Zissner dejó escrito: “Es el hombre que no estuvo allí. Invisible. Anónimo. No
anunciado.”
Harry Warren, nacido Salvatore
Antonio Guaragna fue el compositor de unas 800 canciones que han sonado en
cerca de 300 películas. Muchas de esas canciones están dentro de la memoria
colectiva de los americanos y gracias a los ciclos de cine de la 2 también están
en mi cabeza y en el mp3 que suena en mi coche.
Colaboró con Bubsy Berkeley.
Quien sé perfectamente que no os suena de nada, pero a él le debemos la idea de
poner una cámara en el techo para tomar planos de las coreografías desde un
punto de vista distinto. Quizá una de las canciones más famosas de la época era
“La calle 42” por lo famosa que se hizo también la película. Pero tiene tantas
canciones que tenéis puntos para que hayáis tarareado alguna después de ver una
película romántica. Uno de los números musicales de “La forma del agua” quizá
el más onírico, es de una de sus mejores canciones. “You’ll never know”.
No es para nada mi favorita,
aunque sonreí como una idiota al verlo.
Harry, humildemente, decía
que un compositor de canciones era siempre la forma más baja de vida animal en
Hollywood.
Y esto me hace pensar en los
invisibles. La gente que trabaja en la sombra para que otros brillen. Estoy segura
que hay verdaderos genios, artistas que nunca serán reconocidos. En cambio
todos reconocemos a Jennifer Lawrence. Y a estas horas todos hemos visto su foto
con la copa de vino blanco en la ceremonia de los Oscar. Me encantó su vestido,
por cierto. Durante unos días todos recordarán el fantástico discurso de
Frances McDormand y puede que después de su merecido premio tenga más ofertas
de trabajo. Pasados unos días nos olvidaremos de Frances. (Hablo en general y
yo me excluyo, ya que yo la adoro desde hace mucho tiempo y pasé mi juventud
planeando el robo de su marido).
Lo que quiero decir es que
el mundo del espectáculo y seguramente el mundo cuotidiano, gira alrededor de
las estrellas más brillantes. Aunque no sean siempre las que dan más calor.
A veces tengo la sensación
de que el mundo moderno es un gigantesco Reino de Oz. Alguien le pone la voz al
mago detrás de las cortinas. Y todos lo adoramos. Por comodidad o porque así
nos lo han enseñado.
Volviendo al buen Harry,
debo decir que en su época sí hubo compositores reconocidos que seguramente no
tenían problema en encontrar mesa en un restaurante repleto. Cole Porter,
George Gershwin o Richard Rodgers. No sé si tenían mejores representantes. Pero
Harry Warren ha pasado a la historia por ser un desconocido. Y sin embargo
recuerdo perfectamente ese domingo por la mañana en que yo lo conocí. Sin
menguar mi amor por Porter o Gershwin, reconozco que me enamoré de la música
del antihéroe, quizá porque siempre me han gustado los antihéroes y porque me
hice la promesa de descubrir a los genios que están entre nosotros. Pensé que
de ser coetáneos, yo sí le hubiera conocido. Pero yo es que era un poco
contracorriente y más que del protagonista siempre me quedaba con el amigo del
tiro en el hombro.
Fíjate que bien divago en
martes. Y eso que este post pretendía ser un homenaje a los invisibles. Y sobre
todo a Harry. Pero a veces no puedo mandar sobre lo que escribo. Sale sólo.
Podría poneros muchas canciones del Sr. Warren y deciros ¿véis? Es suya y la
conocéis. Pero prefiero dejaros con una de las que más me gusta. “Devil may
care”.
Esta semana mirad detrás de
la cortina y descubrid a algún genio anónimo. Y naturalmente sed felices.
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