¿Qué
es lo que os hace levantar por la mañana? No me vale el tengo que ir a
trabajar para pagar las facturas, eso nos convertiría en autómatas. Me refiero
a esa chispa, esa pequeña pasión que hace que el día sea más brillante. Las
pequeñas y grandes metas en la vida. Esta semana pasada he estado siguiendo a
Kilian Jornet desde la comodidad de verlo todo por Internet y he visto que ha
subido al Everest. Dos veces. La primera con un virus intestinal. De esos que
cuando yo los tengo me dejan con cara de “voy a hacer testamento, dejo mi
colección de insultos creativos y frases irónicas a quien los aprecie”. Y él va
y sube una montaña. La montaña. Después quiso batir su propio récord y volver a
subir, sin virus y en menos tiempo. Y eso me hace plantearme algo. Y ahora
¿qué? Me muero por saber cuál es el próximo proyecto de Kilian. A mí me da que
ahora tendrá un bajoncillo. Una sensación de vacío. Por eso de “Lo he hecho
todo. No puedo superarme.” “¿Qué haré ahora con mi vida?” Seguiré las vivencias
de este chico, a ver qué tal. Yo creo que tendrá que hacer algo muy distinto,
como camarero en un bar de costa, en agosto y con sueldo mínimo, o gogó en
Ibiza. Después de subir el Everest, ya tiene el terreno conquistado, hay que
abrir horizontes.
Naturalmente
nunca he sentido ese tipo de vacío. Mis grandes metas, son cosas sencillas como
aparcar bien a la primera, no enfadarme cuando alguna abuela se me cuela en el
supermercado, o no darle un guantazo a alguien que me trate de usted. También
tengo cosas como ir de lunes a viernes al gimnasio, cosa que no cumplo desde
hace tiempo, no gritar a mis alumnos cuando me preguntan ¿y de qué me va a servir la
ortografía/historia/literatura…? O simplemente escribir algo cada día, esto
último lo sí lo cumplo desde hace poco, pero lo cumplo.
Ayer
en la tumbona de la piscina me puse a pensar que el fracaso en el fondo no es
tan grave, siempre que no te quite la costumbre de luchar, que ir fallando
alguna vez puede que no esté tan mal. No es el fin del mundo. Como dice Samuel
Becket “Fracasa otra vez, fracasa mejor”. Los pequeños fracasos nos ayudan a
querer superarnos y eso nos hace despertar con más ilusión por la mañana. Porque
en el fondo, querer hacer algo bien, soñar en algo y trabajar para ello,
requiere pasión. Y con pasión, quizá no subamos al Everest, pero cuando
consigamos lo que queremos seguro que nos sentimos como si lo hubiéramos hecho.
Mira que motivadora me siento hoy. Voy a suavizarlo con una canción que se me
pega cada vez que la oigo, pero después de un fin de semana en la playa, es un
bálsamo para mis oídos. Digamos que es una canción “afterbeach”, como el “aftersun”
que te aplicas cuando te quemas con el sol.
Os
dejo tranquilos hasta la semana que viene. Escalad sueños, soñad deseos y sed
felices.