Hay
un terreno extraño entre el sueño y la vigilia. Caben mundos enteros ahí
dentro. Generalmente es un territorio que amanece con los restos de nuestros
sueños, con imágenes que sólo son reales mientras nuestro cerebro flota en
tierras desconocidas y fantásticas. Esta mañana por ejemplo en mi territorio
particular estaba un mundo con dos lunas, una máquina del tiempo y los
calzoncillos de Jason Statham. Pero eso sólo dura unos instantes, al menos en
nuestra mente consciente. Después entran en el campo de batalla elementos de lo
que conocemos como el “mundo real”. La luz del sol, la alarma del despertador y
mi antifaz de dormir que se ha dado la vuelta y me deja con la imagen de un
pirata de cuento. Hay un momento en el que tomas consciencia del todo. Y ves
que los sueños, sueños son. Se produce entonces un desvanecimiento de ese mundo
fantástico donde damos rienda suelta a nuestros deseos y la realidad gana la
partida.
Doy
importancia a los sueños. No los analizo, ni busco en internet que quiere decir
soñar con arañas. Pero hasta hace poco cuando despertaba los mandaba vía
Whatsapp a un par de amigos. Lo fuimos dejando poco a poco. Quizá porque nos
levantamos con más prisas, o porque no tenemos tiempo de soñar demasiado. Aún así, si los sueños son curiosos o salen alguno de mis amigos se los envío de buena
mañana. Hace poco Lluís pasó una noche entera enseñándome a disparar para sobrevivir
en un distópico futuro, mezcla de Mad Max y de Walking Dead.
Quizá
porque los sueños son una parte importante de mi mundo, una de mis novelas
gráficas favoritas (antes los llamábamos Tebeos) es “The Sandman” de Neil
Gaiman.
El
protagonista, una representación entre humano y Dios es hermano de la familia
de los “Eternos”: “Destino”, “Deseo”, “Muerte”, “Destrucción”, “Desespero” y “Delirio”.
Os
preguntaréis por qué a alguien como yo, con pinta de leer libros de autoayuda,
estaría interesada en pasar una mañana buscando cómics en una librería. Pues
para empezar, porque odio los libros de autoayuda, y para continuar, porque le
debo a Neil Gaiman que me devolviera la fe en la ficción. Pero sobre todo por
sus fantásticas frases, de esas que cuando las lees te ponen la piel de gallina
o te hacen sentir mariposas dentro. Tengo una extraña relación con este autor.
Me gusta tanto que soy incapaz de leerme todos sus libros. Hasta que no
publique algo nuevo, tengo un par en reserva sin leer. Por si un día necesito
una dosis de magia en mi vida.
Como estamos a lunes
festivo, no me voy a alargar más. Os dejo con vuestros sueños, esos que se
viven dormidos y despiertos. Yo me quedo en ese portal entre la vigilia y el
sueño, esperando que un día gane el bando onírico, y seamos inmortales. La canción de hoy es rara. Nastassja Kinski en una película que creo que sólo hemos visto el señor Coppola y yo, bueno y puede que nuestras respectivas familias. Disfrutadla. Seguid
soñando y sed felices.
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