Seguimos
con la ficción. Esta vez dedicada a alguien en quien pensáis muchas veces a lo
largo de vuestra vida.
Hay muchas maneras de
invocarme. Algunos sopláis las velas en vuestra tarta de cumpleaños. Otros
lanzáis monedas a una fuente, pedís deseos a las estrellas fugaces o dais
palmadas a las 11:11.
Todas estas cosas me
halagan y me siento querida, pero dejadme deciros que todas son incorrectas.
Ninguna funciona. Aún así, hay muchas formas de invocarme. Sólo el que esté
atento a los detalles será capaz de verme. Me escondo mucho mejor que Puck que
se anuncia cada solsticio de verano. ¿Sabéis cuál es vuestro fallo? Que sólo
invocáis una parte de mí. Queréis que os haga caso siempre que mi lado malo viene de visita. Pero aunque no sea humana tengo mis dos partes. No somos dos entes distintos. El mal lucha
contra el bien eternamente en mi interior. No siempre es una lucha dura. A veces dejo
que gane el mal para divertirme y ver cuánto aguantáis sin llamarme. A veces
bebo un vodka helado y me entretengo viendo vuestras desgracias. Como si
estuviera en el cine. Os veo entrar en iglesias, llorar de noche cuando creéis
que nadie os observa y cuando veo que no podéis más, os lanzo unas migajas que
vosotros llamáis destino. Hay algo que me sorprende mucho más que todos vuestros
rituales. ¿Sabéis cuánto dinero derrocháis en mi nombre? La lotería tiene que
ver con el azar, no conmigo. Puede que os toquen millones y no os quede tiempo.
Puede que seáis ricos y no tengáis a nadie con quien compartirlo. Pero ahí
estáis, pobres mortales llenos de amuletos invocando mi nombre semana tras semana.
A veces juego al ajedrez con el azar. Y nos reímos de vuestras necesidades. Sí.
Somos crueles. Va con nosotros. Contadas veces a lo largo de vuestra historia alguien
ha hablado conmigo cara a cara. Sabiendo que era yo. Y he sido generosa. Pero
se necesita valor para reconocerme. Os daré alguna pista. No soy la morena que
te mira en el metro. No soy la cita de Tinder a quien pones sobre un caballo
blanco. No suelo aparecer en forma de gran oportunidad ni de boleto de un
sorteo. Tampoco en forma de trébol de cuatro hojas. Suelo ser más cotidiana. Puedo estar
escondida en las salas vacías de un museo a punto de cerrar. O en un cine donde
nadie va. Podría estar un segundo después de que se cierren las puertas del avión que no
has podido coger. Suelo estar en las tormentas que cambian de dirección y en
los reflejos del cristal que ves de reojo casi sin darte cuenta. Me gusta esconderme en los pequeños detalles. Pero tu no tienes tiempo para estas cosas ¿verdad? A veces pasas
por mi lado y no me ves. Puede que yo estuviera pendiente de ti y me enfado. Es
entonces cuando mi parte mala te persigue.
Hay formas de vencerme. Si veo
empeño en ello te dejo ganar. Y entonces es cuando dices que la Buena Estrella se la
fabrica el que trabaja. Pero la mayoría sois muy vagos para intentarlo. Otra
forma de tenerme a tu lado es enamorarme. Pero es difícil. No soy mujer de
monedas en la fuente ni rosas rojas. Debes seducirme con otras cosas. Me llaman
Suerte. Entretenme con tus historias y puede que veas mi parte buena.
Os
dejo con la pregunta de qué estaré tomando o fumando para escribir estas cosas.
Os confieso que sólo tengo un cigarrillo rubio y un gran vaso de agua helada.
La canción de esta semana como no podía se otra es “Luck be a lady tonight” del musical “Guys and Dolls”. La
canta mejor Frank Sinatra, pero he encontrado esta versión de Ewan McGregor y
si aguantáis un poco el diálogo inicial lo oiréis cantar dándolo todo. Sed
afortunados y sobretodo sed felices.
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