lunes, 22 de enero de 2018

BOCUSSE, ESCOFFIER Y MI ABUELA

Ayer leí que había muerto Paul Bocusse. Cocinero impulsor de la “nouvelle cuisine”, autor del famosísimo libro “La cocina del mercado”, creador del premio “Bocusse d’Or” y polígamo confeso, porque parece que todas las figuras mediáticas deben tener un punto de exotismo. Y al ser gente famosa aceptamos con una ceja alzada eso de la poligamia, todo muy francés. No estoy en contra de la poligamia. Me parece estupenda siempre que las partes estén de acuerdo. Pero no me veo en una relación así. Se me da un poco mal compartir. Aunque imagino que si no fuera un cocinero de élite y fuera mi vecino, encargado de Mercadona, la sociedad lo miraría distinto. Parece que somos más permisivos con los famosos. Pero no era mi intención para nada escribir sobre esto, así que vuelvo a mi ruta original. Leyendo cosas sobre Bocuse, y navegando sin mapa por la red, conocí a Auguste Escoffier. Figura de la cocina que me sedujo enseguida. Nacido en octubre de 1846, le debemos un montón de cosas a este señor. Desde la higiene y la disciplina en el caos que debían ser las cocinas del S.XIX, al melocotón Melba que inventó en honor a la soprano Nellie Melba. El señor Escoffier se puso junto con Cesar Ritz al frente de la cocina del Savoy de Londres. Sitio al que alguna vez quiero ir a tomar el té, cuando tenga los zapatos adecuados.  
Prohibió el consumo de alcohol a sus cocineros y los impulsó a culturizarse, porque cultura y cocina debían ir juntas. Autor de muchos libros, quizá el más famoso fue "La Guide Culinaire" de 1903. 
Si Paul se forjó como cocinero con la escasez de postguerra de la 2ª Guerra Mundial, Auguste lo hizo  con la escasez y como cocinero en la Guerra Franco Prusiana. Si el primero promovió los productos frescos,  el segundo se interesó por la calidad de la conservación de los alimentos, cosa que entendemos como novedosa en aquella época.
Creo que si algo tenían en común era su pasión por lo que hacían.
Y al hablar de cocina, naturalmente me viene a la mente mi abuela materna. Ya sé que nuestras abuelas o nuestras madres son las mejores cocinando. Se debe a que ellas  han educado nuestro paladar y en el fondo cocina y recuerdos van más ligados de lo que parecen. Pero en el caso de mi abuela, es verdad. Fue una gran cocinera y mejor repostera. Forjada también en la escasez general de la postguerra civil española. Acostumbrada a abrir una nevera casi vacía y crear un universo de sabores. También sentía pasión por lo que hacía. Y aprendía allá donde iba. Le encantaban los halagos y tampoco bebía en la cocina. Siempre me viene a la cabeza un recuerdo de mí o de mi hermana leyéndole tebeos mientras ella cocinaba. Tenía un pronto fuerte, como todo buen cocinero que se precie, pienso que si hubiera vivido en estos tiempos habría sido una gran figura de los medios. Cuando la gente le preguntaba alguna receta se la daba sin protestar, pero siempre olvidaba algún detalle. Cuando le decían que no les salía igual, ella se encogía de hombros con cara inocente y decía que no sabía que había podido pasar que ella lo hacía así. La verdad es que no lo decía todo, porque pensaba que había pasado la vida aprendiendo y no era justo que los demás lo supieran todo sin esfuerzo. Lo dicho, una figura. A mí sí me decía alguno de sus trucos, aunque yo era pequeña y ahora necesitaría algún hipnotista para desenterrarlos de mi mente, alguna vez de las pocas que me meto en una cocina y me sale una cosa bien, siempre pienso que los trucos de mi abuela están ahí agazapados y listos para salir.
Si de Paul Bocusse se recordará la sopa de trufa negra y de Auguste Escoffier el Froid Chaude Jeannette, de mi abuela habría que recordar los carquiñolis y los borrachos. Y una libreta con tapas verdes y sin color donde están pedazos de recetas apuntadas, no todas enteras porque según ella hay cosas que son de lógica.  

Y así empieza mi segunda semana de “Operación Biquini”, parece que me ha dado por pensar en comida, no hay que ser muy listo para adivinar que tengo hambre. Os dejo por hoy, con una canción de Norah Jones que hace mucho mejor un lunes,  disfrutad de la comida y haced trampa en la operación biquini como hice yo el sábado. Comed, bebed, reíd y sobre todo sed felices.




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