El color más feo del mundo
es el Pantone 448C.
Vamos por partes. ¿Qué es
Pantone? Pues se trata de una empresa americana, creadora del “PMS” el Pantone
Matching System. Esos señores identifican los colores mediante un código para
su impresión. Vaya, para que no haya confusiones.
¿Y para qué sirve un color
feo? Pues la verdad es que el P 448C ya está siendo utilizado por algunos
países para las cajetillas de tabaco. Según los estudios este color se asocia
con “Muerte, alquitrán y suciedad”. Yo también lo asocio con “ejército” ya que
por mucho que quieran llamarlo verde para mí el Pantone ese, es el “caqui” de
toda la vida. Y ¿Cuál es el color más bonito del mundo? Pues según las mil
encuestas que he consultado es el “Celeste”. Sí, hasta el nombre es bonito. Ese
azul se asocia con serenidad y estabilidad.
Mi nada entendida opinión
sobre el tema es la siguiente: no estoy de acuerdo para nada en todas esas
patrañas. Aunque uno de mis colores preferidos sea el azul celeste. Pero creo
que aunque en nuestro imaginario colectivo casi todos asociamos algunos colores
con las mismas imágenes como el rojo en Navidad, el azul en vacaciones y el
rosa con el coche de la muñeca Barbie; todos también tenemos tendencia a
asociar ciertos colores con sentimientos.
No negaré que los colores
claros con los que pintaron el interior de algunos hospitales hace tiempo
pueden tranquilizar al paciente. O que en los escaparates del Barrio Rojo de
Amsterdam predomina ese color de la pasión. Pero la verdad es que todos nosotros
hemos vivido cosas que asociamos con colores. Yo asocio el naranja de la Fanta
con las vacaciones infantiles. El amarillo con el calor y los campos de trigo
cerca de mi casa. El gris con la soledad. Y el blanco y negro con las
fiestas de París a orillas del Sena. También con la vieja pantalla de
televisión que me dio una impagable herencia cultural con las películas de la
2. Cuando deseo a alguien un buen día, tengo la costumbre de desearle un “Día
Azul”. Cuando tengo un mal día pienso en el color marrón, no en el gris. El
dorado es el color de los secretos. El verde el de la riqueza. ¿Por los
billetes? No, no soy tan plana, el verde es el color de la naturaleza, de la
selva, de respirar hondo y sentirse bien. El malva en cambio, uno de los de la
lista de los más bellos del mundo, a mi me recuerda a iglesias y castigos sin
patio. Los humanos tenemos ese don y a veces esa maldición de “humanizar” todo lo que nos rodea.
¿A dónde quiero ir a parar?
A que en el fondo todo se basa en emociones. Y toda esta emoción está basada en
los sentimientos que hemos vivido. Quizá por eso por más estudios y encuestas
que se hagan, y aunque lo intenten con todos los trucos posibles, no podrán dominarnos del todo. Porque los
sentimientos deberían estar del lado de la libertad. Nadie manda sobre lo que
sentimos, a veces ni nosotros mismos. Y por supuesto, como siempre la belleza
está en los ojos que miran, y sobre todo en quien sabe encontrarla. Seguro que habrá alguien en el mundo a quien el Pantone 448C le parecerá el color de la felicidad.
Me despido de este primer
post del año al lado de una ventana. Fuera los colores son de frío, se mezcla
la nieve blanca con los marrones de la montaña, hoy no hay caballos, seguramente
han subido arriba y los echo en falta, sin embargo compadezco al que no sepa
ver el paisaje perfecto que tengo ante mí. Llenad los colores de emociones,
olvidad las listas y los estudios y estos colores serán el arma perfecta el día que los necesitéis. Que tengáis muchos días azules. Sed felices.
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