Hace unos días que me llegan
señales desde Japón. Todo empezó cuando la pasada semana vi una película de
animación que ha tenido mucho bombo, tanto que J.J Abrahams se está planteando
rodarla con actores reales. Se trata de “Your name”. Sin decir mucho de la
película voy a confesar que no me entusiasmó. Diréis que el hecho de que los
protagonistas fueran adolescentes me pilla un poco lejos para identificarme con
ellos, pero aún así yo soy de mente abierta y no me fijo en estos detalles,
empaticé incluso con Chihiro en su viaje, con Bill Murray y Scarlett Johanson
en “Lost in Translation” y con el emperador Claudio en la novela de Robert
Graves. Tal es mi poder. Sentir lo que sienten otros. Pero no nos desviemos.
Creo que “Your name” tiene una historia interesante detrás. Pero aunque tiene
grandes cosas del Japón clásico mezclado con la vida moderna, es demasiado “pop”
para mí. Quería hablaros de un concepto que he investigado y que va ligado al
hilo rojo que te conecta con alguien en concreto. Es el Musubi. Textualmente la
abuela de la película dice:
“Es la
manera antigua de llamar al dios guardián de este lugar. Esa palabra tiene un
profundo significado. Los hilos atacados, son 'Musubi. Las personas conectadas,
son 'Musubi. La manera en que pasa el tiempo, también es 'Musubi. Todo es
parte del poder de dios. Entonces los tejidos que nosotros hacemos, son el arte
de dios y representan el flujo del tiempo. La manera en que convergen y la
forma que toman. Sus giros, enredos, a veces se desenreda, se rompe, y luego se
vuelve a unir. Eso es 'Musubi (anudamiento). Eso es el tiempo.”
Me parece
un gran concepto. Esto unido a los sueños intercambiados de los protagonistas,
hace que pueda soportar las canciones pop adolescentes que para mí, sobran. Pero
todo es cuestión de gustos. Así que si tenéis un ratito libre sentaos al sofá y ya me diréis.
Las
señales nunca vienen solas, hace dos semanas entré en un Mercadona y como me
esperaban dos horas de coche y no había tomado café, me dejé seducir por uno de
los latte-Machta preparados de la nevera del super. Como me conozco me compré
también un “capuccino” como cojín de seguridad. Y menos mal, porque a los dos
sorbos pensé que el mejunje verde con leche se lo quedaran los samuráis que yo
me iba a por el chocolate y café.
Resumiendo,
tacho de la lista imaginaria el té machta, los snacks salados de colores que
pican como si te insultaran y el sashimi. Se quedan Totoro, el Musubi y los
cerezos en flor.
La otra
señal de que Japón me llama, a parte de un gato con el que me cruzo cada tarde
antes de las 3 detrás de mi casa y me saluda como salido de un cuento de
Murakami, es la palabra que está tan de moda ahora “Ikigai”. Este término
japonés está formado de la unión de las palabras “Ikiru” (vivir) y “Kai”
(materialización de lo que uno espera). En muchos artículos por la red
encontraréis la errónea simplificación de que Ikigai es la razón que tienes al
levantarte por la mañana. Aunque algo de razón tienen, cuando lees más, ves que
es algo mucho más profundo. Sacando mis humildes y torpes conclusiones creo que
dicho concepto es algo más que aquello que te hace feliz, sin embargo si
encuentras tu Ikigai es muy probable que seas capaz de ser absolutamente feliz. Aconsejan que
debes hacerte varias preguntas como “¿Con qué actividad me pasa el tiempo
volando?”, “¿Qué me gustaba de pequeño?” o “¿Qué se me da bien?”. La respuesta
a las tres preguntas, en mi caso, sería “Ir al cine” si no fuera porque para
que el Ikigai esté completo implica también algo de servicio a la comunidad.
Tendré que trabajar en eso, pero no me alejo del cine.
Y como cosa
pendiente, aparte de ir a Japón en cuanto me toque la lotería, me muero por
probar el pastel de queso japonés, me han dicho que en Barcelona se puede
encontrar en más de un sitio. Así que se admiten consejos si alguien lo ha
probado.
Y entre
lluvia detrás del cristal y música que acaricia el alma, me despido de vosotros
esperando que tiréis del hilo rojo para acercar a quien queráis, os levantéis
de tan buen humor por las mañanas que ni os planteéis buscar vuestro Ikigai,
porque sabéis que ya lo tenéis y sobre todo como siempre, sed felices.
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