lunes, 5 de febrero de 2018

IKIGAI, MUSUBI Y OTROS CONCEPTOS QUE TE HARÁN SONREÍR.

Hace unos días que me llegan señales desde Japón. Todo empezó cuando la pasada semana vi una película de animación que ha tenido mucho bombo, tanto que J.J Abrahams se está planteando rodarla con actores reales. Se trata de “Your name”. Sin decir mucho de la película voy a confesar que no me entusiasmó. Diréis que el hecho de que los protagonistas fueran adolescentes me pilla un poco lejos para identificarme con ellos, pero aún así yo soy de mente abierta y no me fijo en estos detalles, empaticé incluso con Chihiro en su viaje, con Bill Murray y Scarlett Johanson en “Lost in Translation” y con el emperador Claudio en la novela de Robert Graves. Tal es mi poder. Sentir lo que sienten otros. Pero no nos desviemos. Creo que “Your name” tiene una historia interesante detrás. Pero aunque tiene grandes cosas del Japón clásico mezclado con la vida moderna, es demasiado “pop” para mí. Quería hablaros de un concepto que he investigado y que va ligado al hilo rojo que te conecta con alguien en concreto. Es el Musubi. Textualmente la abuela de la película dice:
Es la manera antigua de llamar al dios guardián de este lugar. Esa palabra tiene un profundo significado. Los hilos atacados, son 'Musubi. Las personas conectadas, son 'Musubi. La manera en que pasa el tiempo, también es  'Musubi. Todo es parte del poder de dios. Entonces los tejidos que nosotros hacemos, son el arte de dios y representan el flujo del tiempo. La manera en que convergen y la forma que toman. Sus giros, enredos, a veces se desenreda, se rompe, y luego se vuelve a unir. Eso es 'Musubi (anudamiento). Eso es el tiempo.
Me parece un gran concepto. Esto unido a los sueños intercambiados de los protagonistas, hace que pueda soportar las canciones pop adolescentes que para mí, sobran. Pero todo es cuestión de gustos. Así que si tenéis un ratito libre sentaos al sofá y ya me diréis.
Las señales nunca vienen solas, hace dos semanas entré en un Mercadona y como me esperaban dos horas de coche y no había tomado café, me dejé seducir por uno de los latte-Machta preparados de la nevera del super. Como me conozco me compré también un “capuccino” como cojín de seguridad. Y menos mal, porque a los dos sorbos pensé que el mejunje verde con leche se lo quedaran los samuráis que yo me iba a por el chocolate y café.
Resumiendo, tacho de la lista imaginaria el té machta, los snacks salados de colores que pican como si te insultaran y el sashimi. Se quedan Totoro, el Musubi y los cerezos en flor.
La otra señal de que Japón me llama, a parte de un gato con el que me cruzo cada tarde antes de las 3 detrás de mi casa y me saluda como salido de un cuento de Murakami, es la palabra que está tan de moda ahora “Ikigai”. Este término japonés está formado de la unión de las palabras “Ikiru” (vivir) y “Kai” (materialización de lo que uno espera). En muchos artículos por la red encontraréis la errónea simplificación de que Ikigai es la razón que tienes al levantarte por la mañana. Aunque algo de razón tienen, cuando lees más, ves que es algo mucho más profundo. Sacando mis humildes y torpes conclusiones creo que dicho concepto es algo más que aquello que te hace feliz, sin embargo si encuentras tu Ikigai es muy probable que seas capaz de ser absolutamente feliz. Aconsejan que debes hacerte varias preguntas como “¿Con qué actividad me pasa el tiempo volando?”, “¿Qué me gustaba de pequeño?” o “¿Qué se me da bien?”. La respuesta a las tres preguntas, en mi caso, sería “Ir al cine” si no fuera porque para que el Ikigai esté completo implica también algo de servicio a la comunidad. Tendré que trabajar en eso, pero no me alejo del cine.
Y como cosa pendiente, aparte de ir a Japón en cuanto me toque la lotería, me muero por probar el pastel de queso japonés, me han dicho que en Barcelona se puede encontrar en más de un sitio. Así que se admiten consejos si alguien lo ha probado.

Y entre lluvia detrás del cristal y música que acaricia el alma, me despido de vosotros esperando que tiréis del hilo rojo para acercar a quien queráis, os levantéis de tan buen humor por las mañanas que ni os planteéis buscar vuestro Ikigai, porque sabéis que ya lo tenéis y sobre todo como siempre, sed felices.


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